El protagonista de esta historia es el difunto John, un hombre que fue muy trabajador durante toda su vida, pero lamentablemente era muy tacaño. Su avaricia hacía que siempre ahorrara la mayor cantidad de dinero, pero era tacaño hasta con su esposa. Murió siendo un millonario muy avaro.
Antes de morir, John le hizo jurar a su esposa que al momento de su muerte lo enterraría con todo su dinero, ella como una buena esposa devota aceptó su petición, aunque evidentemente estaba un poco triste y decepcionada al saber que después de tanto tiempo él no sería capaz de dejarle nada.
Si bien es cierto que el dinero mueve al mundo desde tiempos antiguos, debemos entender que nuestra vida es temporal y que existen muchas cosas que no nos podemos llevar con nosotros cuando llega la hora de partir de este mundo. Lamentablemente, John no pensaba así, él amaba su dinero por encima de todo.
Hasta el final creyó que lo correcto era que lo enterraran al mejor estilo de la época egipcia, es decir, con todas sus riquezas haciéndole compañía.
Esta historia ya tiene tiempo circulando por Internet, ya que el final es muy sorprendente.
Su esposa, quien siempre se caracterizó por su honestidad cumplió su último deseo, pero lo hizo de una forma muy inteligente y peculiar.
Cuando llegó el día de su entierro, John se encontraba tendido en su ataúd y su esposa estaba acompañada de su mejor amigo para disfrutar de la hermosa ceremonia que le habían preparado pero justo antes de terminar la mujer dijo:
“¡Esperen por favor!”
La mujer tomó unos minutos para despedirse de su compañero de vida y luego colocó una caja de zapatos dentro del ataúd.
Cuando se volvió a sentar, su amigo le preguntó si realmente había colocado todo el dinero en el ataúd de ese viejo tacaño a lo que ella respondió que como buena cristiana debía cumplir su promesa.
Su amigo un poco confundido le pregunta nuevamente:
“¿De verdad colocaste hasta el último centavo?”
A lo que ella responde:
“Por supuesto que sí, pero lo hice de una forma diferente, lo dejé todo en mi cuenta bancaria y le escribí un cheque a su nombre, espero pueda cobrarlo en la otra vida”
Su esposa cumplió la promesa pero no de la manera que él esperaba.
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