En el estado de Mato Grosso, en Brasil, un acreedor decidió perdonar la deuda de un pensionista que llevaba 5 meses sin cobrar su pensión.
El motivo de la suspensión de la jubilación fue, precisamente, la deuda de 720 reales que acumulaba con el acreedor. Por ello, el pensionista se quedó sin dinero ni para comer.
En lugar de juzgar al pensionista y pensar que debía seguir sufriendo, como si eso fuera a suponer algún alivio para alguien, el acreedor hizo algo mejor: perdonó la deuda para que el pensionista pudiera volver a recibir su dinero.
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Una actitud así es lo mínimo que cada persona debería hacer por la otra, siempre que tenga la oportunidad de ayudar.
Por eso, conocer actitudes como ésta es inspirador y puede cambiar la mentalidad de quienes tienen la mente cerrada y suelen juzgar a los demás por cualquier cosa.
El Sr. Francisco Silva de Oliveira, de 75 años, se sorprendió al enterarse de que el empresario, cuyo nombre no se reveló, le había condonado la deuda.
El anciano tiene baja visión, minusvalía, varias limitaciones físicas, secuelas de accidentes laborales y desgaste por las muchas funciones que ya ha tenido en la vida.
Ahora, el pensionista sólo quiere seguir viviendo con fe y dignidad y agradeció: “Es la fe en Dios y en la Virgen, de todos los santos. Dormiré tranquilo”, dijo.
Durante el tiempo que estuvo sin dinero, el Sr. Francisco contó con la ayuda de su vecina y hermana Francisca Chagas de Oliveira.
“Le entregamos comida y también le llevamos algo para que cocinara su propia comida”, dijo.
Cuando llamaron a la Oficina del Defensor del Pueblo, el equipo decidió grabar un vídeo de él firmando el proceso.
Al ver las imágenes, el acreedor se sintió conmovido por la situación de vulnerabilidad y renunció a cobrar la deuda del pensionista.
“Sensible a la situación de vulnerabilidad de él, el acreedor entendió para bien que esa cantidad le era más útil que a él mismo, y renunció a ese cobro”, explicó el defensor público Valdenir Luiz Pereira.
En su decisión, el juez destacó la actitud solidaria del acreedor, que reconoció las limitaciones de la persona mayor. Lo que no sabían, sin embargo, era que el pensionista al que le perdonaron la deuda también ha hecho mucho por los demás en la vida.
Fabricaba ladrillos, trabajaba en el campo, era panadero, pastelero y, junto con su padre, construyó la antigua escuela del pueblo donde vive e incluso dio clases allí.
“Enseñé portugués, matemáticas, de todo”, dice Francisco.
Fuente: Primeira Hora/Só Notícia Boa