En algunos países, todavía existe una limitación importante en lo que respecta a las visitas de asilo. Esto se debe a que los ancianos son parte del grupo con mayor riesgo de muerte por la covid-19. Consecuentemente, muchos ancianos están viviendo solo con sus compañeros, sin poder ver a la familia, muchos por la imposición del Estado.
Este es el caso de Margarita Plat, una mujer de 82 años que vive en un asilo de ancianos en Inglaterra. La idea de prohibir los visitantes tiene como objetivo la seguridad del grupo en riesgo. Pero, por otro lado, el aspecto emocional se ve gravemente afectado. Peor aún para quienes padecen dolencias como la enfermedad del Alzheimer, ya que la memoria a corto plazo ya no es la misma.
Margarita sufre la enfermedad y está alejada de toda la familia durante 6 meses. Como su memoria reciente ya no es la misma, siempre mira a su alrededor y se encuentra entre extraños. Por desgracia, ella piensa que fue abandonada y pidió a las enfermeras que trajeran a su familia. Por mucho que se le explique, ella no consigue entender qué fue lo que pasó.
Su hija, Nenny Plat, se desahoga emocionada: “mi pobre madre no sabe dónde está y pregunta por mi padre todos los días. No entiende por qué no podemos visitarla y pregunta por qué fue abandonada”.
Ella también hace una petición a las autoridades de su país: “mi madre no tiene tiempo. Está en un encierro social como tantos otros ancianos a los que se les deja languidecer. El gobierno está paranoico porque no quiere ser visto como responsable de la muerte de ancianos en los hogares, pero lo que están haciendo es matarlos lentamente”.
Una situación triste y complicada, ya que los ancianos realmente deben estar protegidos. Por otro lado, la afectividad es fundamental incluso para mantener la inmunidad. Que esta situación se resuelva lo antes posible y que las familias puedan reencontrarse, recuperando el tiempo de aislamiento.
Fuente: The Mirror