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“Si yo no salgo a vender, no como”: dice Ana María a sus 88 años

La covid-19 muestra el lado más duro de aquellas personas que no tienen casi recursos para sobrevivir

Crédito de la imagen: Enteratedealgo

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El coronavirus ha hecho que los dirigentes de muchos países hayan tomado medidas drásticas como el confinamiento. Esto ha hecho que las personas se tengan que quedar en casa y que muchas de ellas no puedan acudir a sus puestos de trabajo. En algunos casos, el gobierno está dando ayudas a las empresas. También a los trabajadores independientes para que las personas vean afectada su economía lo mínimo posible. Sin embargo, no todo el mundo tiene la posibilidad de acogerse a este tipo de subvenciones. Un claro ejemplo es el caso de Ana María, una mujer que con 88 años afirma que: “Si yo no salgo a vender no como”.

Ana María de 88 años: “si yo no salgo a vender no como”

La covid-19 está haciendo muchos estragos, y no solo en la salud de las personas. La economía mundial es la otra gran afectada por la pandemia, aunque hay que decir que la tierra está sanando debido a la bajada de la contaminación.

Pero volviendo a lo económico, hay personas que no se pueden permitir el lujo de quedarse en casa y hacer el confinamiento tal y como están ordenando los gobiernos como medida de prevención para evitar que el coronavirus se expanda.

Esto es lo que le ocurre a Ana María Reymundo, una mujer de 88 años que vive en El Salvador. El Presidente, Nayib Bukele, ordenó que tanto las mujeres embarazadas como las personas mayores debían estar en casa y salir solo cuando fuese estrictamente necesario. Es más, mandó a la orden a las empresas de no dejarlas trabajar.

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Pero esta señora necesita salir a hacer su oficio. Ella cuenta que “si yo no salgo a vender no como”. La anciana trabaja vendiendo en el Centro Histórico de su ciudad. Dado que no recibe ninguna pensión, no tiene ingresos. Por lo tanto, como ella dice, si no trabaja, no tiene dinero para sobrevivir.

Ana María es consciente y comprende lo que el Presidente de la República quiere. Sin embargo, ella no tiene otra alternativa. Es por ello que sigue yendo desde San Pedro Perulupán, situado en el departamento de Cuscatlán, hasta el Centro Histórico de San Salvador donde vende las cestas de plástico que le permiten mantenerse.

Por desgracia, la situación de la señora Reymundo no es la única en su país ni en otros. Son muchas las personas mayores que carecen de una pensión y que tienen que seguir yendo a trabajar, a pesar de su avanzada edad, para poder vivir.

Esta crisis sanitaria ya ha empezado a dar síntomas de que se va a convertir en una crisis humanitaria donde muchas personas van a morir de hambre. Cuando todo empiece a amainar y se pueda salir, es importante apoyar a los pequeños comercios y a este tipo de personas que venden en la calle para poder sobrevivir día a día.

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Para finalizar, en el siguiente material audiovisual se muestran los riesgos para las cadenas de suministro de alimentos a causa de la covid-19.

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