Cuando veas a un niño malcriado haciendo un berrinche, no lo juzgues, no es su culpa. Son los responsables los que deberían estar ofreciendo una educación más equilibrada. Aunque el comportamiento de un niño mimado es irritante para quienes lo rodean, la persona más perjudicada es el mismo pequeño, que no está preparado para lidiar con las frustraciones.
Sin embargo, una rabieta o un comportamiento irritante no significa necesariamente que el niño esté malcriado. Puede ser un episodio esporádico o por algún otro motivo, como un trastorno. ¿Puedes identificar a un niño realmente mimado? ¿Sabrías identificar esta característica en tu hijo y en la forma en que lo educas?
Señales de que un niño está malcriado
Algunos mimos están bien. Darle mucho amor, una comida favorita o un juguete, son formas de complacer a tu hijo. El problema es cuando estos mimos son exagerados y el niño los recibe aunque no respete los límites que se le imponen. Las reacciones más comunes de un niño malcriado son las siguientes:
Constantes rabietas
Los niños pequeños todavía tienen el cerebro en formación. Es por esto que tienen más dificultades para lidiar con las frustraciones. Los ataques de ira surgen en estas situaciones frustrantes, y es en estos momentos que el adulto responsable debe orientar al niño para que afronte la frustración, animándolo a comprender y expresar lo que está sintiendo sin actuar de forma agresiva.
Pero, cuando esta orientación no ocurre, el niño simplemente continúa teniendo rabietas cada vez que surge la frustración, e incluso cuando es crece. Cuando escucha que no, o cuando algo que está haciendo sale mal, llorará, gritará, maldecirá, golpeará y pateará.
Esto ocurre cuando el niño no conoce otra forma de lidiar con la frustración o cuando ya sabe que sus tutores harán lo que él quiera con tal de que se tranquilice.
No saber valorar las cosas
Cuando los padres llenan al niño de regalos y le dan todo lo que pide, sin explicarle el valor de las cosas, él nunca está satisfecho y mira las cosas con desdén, al fin y al cabo, la abundancia nunca acaba y nada de lo que tiene se ve como un logro real, un deseo que tuvo que esperar o cumplir alguna tarea para poder recibir.
Al actuar de esta manera con el niño, el adulto le está enseñando que nada es importante. Este pedirá algo solo por pedirlo, no porque realmente lo desee. Pedirá un helado, y cuando llegues con el helado te dirá que ya no lo quiere más. Pedirá un juguete, hará una rabieta si no puede tenerlo de inmediato y lo dejará a un lado cuando lo tenga en sus manos.
Falta de respeto hacia los demás
Así como un niño muy mimado no valora las cosas que tiene, tampoco sabe valorar y respetar a las personas. Desde el punto de vista del pequeño, él es la persona más importante y no puede verse a sí mismo como parte de una sociedad en la que uno tiene consideración por el otro.
Este niño no desarrolla empatía y, por lo tanto, se ve a sí mismo como el centro de atención. Luego, usará todos los métodos que tenga o pueda para obtener lo que quiere, incluso si esto incluye faltarle el respeto a las demás personas, ya sean niños o adultos.
La falta de educación del niño malcriado también se manifiesta en las actitudes más simples. No le enseñaron a preguntar, por favor, con permiso ni a dar las gracias. A medida que crezca, este comportamiento será cada vez más perjudicial para las relaciones que intente establecer.
¿Cómo corregir a un niño muy malcriado?
Si acabas de darte cuenta de que tu hijo tiene estas características de un niño muy malcriado, debes actuar de inmediato para revertir su comportamiento y el tuyo, en la forma en que lo crías. Conoce qué cambios puedes hacer en tu vida diaria y recuerda que llevará tiempo, ya que tu hijo querrá luchar contra estos cambios y tú debes mantenerte firme.
Sé un ejemplo positivo
La mejor manera de mostrarle a un niño cómo actuar con los demás es siendo ejemplo. Trátala con el mismo respeto con el que esperas que trate a los demás. Trata a todas las personas de la misma manera que esperas que lo hagan contigo.
Establece reglas claras e impón consecuencias
Sé firme con las reglas de la casa y no te rindas cuando el niño empiece a hacer una rabieta. Es agotador, pero si no lo haces ahora, cada vez irá a peor y será más difícil. El niño debe conocer las reglas de la casa y saber qué pasará cuando no las siga. No le pongas castigos humillantes y mucho menos violentos. Tan solo, restringe sus posibilidades cuando no haga lo que esperas, dejando en claro que cada acción tiene una consecuencia.
Delega responsabilidades
A los niños les gusta ser parte de la rutina del hogar y ver que sus padres están contentos con lo que hacen. Es una excelente forma de sentirse valorado e importante, y de aprender a valorar las cosas. Fomenta este comportamiento en tu hijo. Crea junto a tu hijo una lista de tareas que pueda hacer todos los días, según su edad.
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Mantén siempre el diálogo
Como ya se dijo, nunca castigues a tu hijo con humillaciones, azotes o insultos. No le quites tu amor y atención. Cuando sea desobediente, llámalo para conversar.
Explícale qué fue lo que hizo mal, qué se esperaba que hiciera y cuáles serán las consecuencias, como no poder ir en ese paseo, no conseguir un juguete de ese tipo.
Mantén el diálogo en al revés, es decir, en lugar de decir “porque te lo dije” o “porque sí”. Escucha siempre lo que tu hijo tiene que decir y anímalo a hablar sobre cómo se siente y por qué desobedeció. Él necesita aprender a comunicarse con argumentos aceptables en vez de una rabieta.