Estar orgulloso de uno mismo es importante, hasta cierto punto. Enorgullecerse de tus logros y carácter, por ejemplo, es bueno para la autoestima y ayuda a construir buenas relaciones.
A pesar de ello, ser una persona orgullosa, que no quiere dar el brazo a torcer en nada, puede hacerte perder grandes oportunidades en la vida. ¿Dejas que el orgullo hable más fuerte? Mira estas señales y qué hacer para mejorar dicho comportamiento.
1. Dificultad para asumir que te equivocaste
Incluso entre los perfeccionistas, equivocarse es normal. Ser capaz de asumir un error es importante para seguir aprendiendo. Además de ello, asumir un error es una señal de humildad que hace que las personas te vean con buenos ojos.
Por lo tanto, no tengas miedo de admitir que está equivocado o te equivocaste y no trates de culpar a otra persona o una situación. La mejor manera de dejar de lado el orgullo y asumir un error es dejar en claro que harás todo lo posible para evitar que vuelva a pasar. De esa manera, mantendrás tu compromiso y te ganarás aún más el respeto de los demás.
2. Rara vez pides perdón
Si eres una persona orgullosa a la que le cuesta asumir que te equivocaste, ciertamente no ves motivos para disculparte con los demás. Por un lado, pedir perdón demasiado no es bueno.
Pero, por otro lado, disculparse cuando se comete un error o cuando se invade involuntariamente el espacio de los demás es una señal de gran respeto que aumentará tu credibilidad ante las demás personas. Comienza a practicar en pequeñas situaciones cotidianas, con las personas que te hacen sentir más seguro, y notarás la diferencia.
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3. Pedir ayuda es un sacrificio
Es muy bueno ser una persona independiente que insiste en asumir la responsabilidad y sin tener que recurrir a la ayuda de los otros tanto como sea posible. Pero no es vergonzoso necesitar ayuda de vez en cuando. Es más, es una actitud admirable, digna de personas respetuosas y humildes.
Cuando te des cuenta que no puedes hacer algo sin ayuda, piensa en quién sería la persona adecuada para ayudarte y no dudes en solicitar la mano que necesitas.
4. Después de una pelea, esperar que el otro venga a disculparse
Incluso cuando sabes, en el fondo, que estás equivocado, ¿no consigues acercarte a la persona con la que te peleas para arreglar las cosas? Esto es muy perjudicial para tus relaciones.
En realidad, una persona madura y equilibrada toma la iniciativa de arreglar las cosas bien, incluso cuando tiene razón. Vale la pena intentarlo, siempre que tengas la oportunidad, sin estar echando en cara los errores a la otra persona. Piensa bien antes de hablar, pero no estés haciendo pataletas, rabietas o berrinches. Será un alivio.
5. Querer tener siempre la última palabra
¿La última palabra tiene que ser siempre la tuya? Incluso cuando el asunto está cerrado, ¿sientes la necesidad de dejar clara tu opinión? Este es un síntoma de orgullo que aleja a las personas de ti, puesto que se vuelve desagradable.
Entrena: cuando estés hablando, di lo que te gusta y deja que la otra persona diga qué es lo que no le gusta. A penas es una cuestión de respetar la otra opinión del otro sin repetir que piensas diferente y cambiar de asunto.
6. Pensar que eres superior
Ser consciente de tus virtudes no te da derecho a rebajar a los demás por lo que son, en ningún sentido. Una persona orgullosa ofende a los demás todo el tiempo, porque solo ve defectos en ellos. Quien actúa así no sabe que está ahuyentando a las personas más valiosas de su vida, por creerse superior es una característica muy difícil de aguantar.
Ser consciente de tus virtudes no te da derecho a ser desagradable con los más por lo que son, en ningún sentido. Una persona orgullosa los ofende todo el tiempo, porque solo ven errores en ellos. Poco sabe ella que está alejando a las personas más valiosas de su vida, porque cree que es superior es un rasgo muy difícil de soportar.