Secuestrada desde los 12 años, ha sido violada más de 40 mil veces

El crimen organizado volvió a hacer de las suyas, pero esta chica se les escapó y contó todo

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Hace unos días, publicamos una nota en la que contábamos la historia de una azafata que había logrado frustrar el secuestro de una menor. Este episodio, quizá de los más felices en su desenlace por la pronta respuesta, pone en evidencia un problema inmensamente grave: la trata de menores para tráfico sexual.

Lamentablemente, la mayoría de los niños y niñas que pasan por esta situación no tienen la misma suerte. Esto fue lo que le pasó, de hecho, a Karla, una chica que fue secuestrada por un proxeneta, quien la tuvo cautiva desde los 12 hasta los 16 años, obligándola a acostarse con 30 clientes diarios, 7 días de la semana, sin descanso. Solo sacando la cuenta por encima, esta chica fue víctima de al menos 40 mil violaciones.

¿Pero cuáles son las estrategias que se inventan para logar estos crímenes tan atroces? Pueden ser muy variadas. Pueden realizar propiamente secuestros, es decir, robarse a los menores en espacios públicos, pero también pueden seducirlos y arrastrarlos a esos escenarios, donde después serán amenazados y extorsionados con torturas y toda clase de vejaciones.

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En efecto, la historia de Karla comenzó así. Como pasa con no pocos niños, para desgracia de la humanidad, Karla fue abusada sexualmente por su padre de manera recurrente desde los 4 años de edad. Al mismo tiempo, su madre era una gran maltratadora que le pegaba todo el tiempo.

A la corta edad de 12 años, Karla pensaba que vivía lo peor que una niña pudiera vivir, así que cuando conoció en la estación de tren a un chico de 22 años, que le dijo que también había sido víctima de maltrato infantil, creyó tener la certeza de haber conocido a alguien que la comprendía.

Karla escuchó atentamente cada palabra. El joven le había prometido sacarla de allí, y claro, si en casa la esperaba un violador, ¿qué cosa peor le podría pasar? Pero Karla, como todo niño inexperto, no imaginaba hasta dónde puede llegar la crueldad humana.

El joven sostuvo con ella una relación aparentemente romántica. La sacó de su casa de origen, le compró ropa, calzado y comida. La acomodó y le brindó protección. Ella se sentía segura. Pero al cumplir los primeros tres meses de aquella fantasía, la realidad se interpuso. Él apareció exigiéndole que trabajara pues se había acabado el dinero.

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Ella pensaba que trabajaría de tendera o en cualquier otro oficio, pero no. Él necesitaba que ella trabajara como prostituta. Así, la secuestró y la encerró en una habitación de hotel de la que no la dejó salir en mucho tiempo. La obligó a recibir 30 clientes diarios durante 15 minutos cada uno.

Se embarazó dos veces. La primera, la obligó a abortar. La segunda, le dejó tener a su bebé, pero se lo arrebató durante un año. Karla intentó escapar alguna vez, pero fue amenazada con la muerte de su madre y hermanos, y luego, con la muerte de su bebé.

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A la pregunta de por qué no lo denunció, Karla cuenta que en una redada, la policía desocupó a los criminales, pero abusó de las chicas, les sacó fotos comprometedoras y las amenazaron con mostrárselas a sus familias. Cuenta que entre sus clientes, además de policías que frecuentaban el lugar, había políticos influyentes, sacerdotes, turistas y toda clase de “fauna” humana dispuesta a hacer de ella un objeto para su usufructo personal.

Finalmente, Karla fue rescatada por una organización que lucha en contra del tráfico sexual. Desde entonces, su vida corre peligro. No solo por haber escapado, sino por haberse comprometido en la lucha contra este tipo de bandas criminales, cosa que no será fácil gracias a la complicidad de las autoridades.

Conozca su testimonio aquí, y, por favor, déjenos saber qué piensa:

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