Se llama Josh, y es un veterano de la guerra de Irak. Regresó al cuartel Fort Riley en Kansas en Estados Unidos en el año 2008, pero algo no andaba bien.
Josh vivía afectado por lo que llaman estrés postraumático. Durante sus servicio, había sufrido lesiones cerebrales producidas por un mortero. Esto implicó pérdida de memoria e incapacidad para concentrarse, entre otros síntomas.
Los problemas le estaban afectando emocionalmente, y se había auto-convencido de que estaba “dañado”, y nada se podía hacer al respecto. De hecho, se refirió a sí mismo una vez como “mercancía dañada” en un vídeo autoproducido.
En medio de este proceso, se deprimió y desesperó. En este estado fue como tomó la decisión de suicidarse. Lo haría con un cuchillo. Preparó todo, incluso una carta, que imprimió y dejó sobre la mesa.
Antes, decidió sentarse un rato en las escaleras al aire libre y fumar su último cigarrillo. Todo estaba dispuesto. Era cuestión de unos pocos minutos.
Pero de repente, de entre unos arbustos, algo hizo ruido, y de pronto, estaba a su lado: se trataba de un gato negro y blanco que comenzó a recostarse en sus piernas mientras le maullaba, como si supiera cómo se sentía y lo que pensaba hacer.
“Fue entonces cuando rompí a llorar”, dijo. El afecto y la ternura mostrados por este gato le hicieron sentir una vez más que podía ser querido y que, después de todo, no estaba tan dañado.
Josh decidió alimentar al animalito cada día, y este respondía a su llamado. “Dejé de pensar en mí y comencé a preocuparme por él”, agrega Josh. Y así aprendió que podía cuidar de los demás y alguien podía cuidarlo a él también.
Un día Josh dejó de ver al gato, y se entristeció mucho. Pero al poco tiempo, comenzó a salir con una chica llamada Becky, y de pronto, cuando entraron a un centro de adopción de animales, se encontraron al gato. ¡Enhorabuena! ¿Un ángel felino acaso?
Josh firmó los papeles y lo adoptó bajo el nombre Scout. Desde entonces, muchas cosas han pasado en la vida de Josh gracias a este noble e intuitivo felino.
Al evitar su muerte, Scout le abrió las puertas a un mundo distinto. Ahora Josh está casado con Becky, estudió rehabilitación clínica y salud mental, y trabaja brindando apoyo a otros veteranos de guerra que, como él, han sufrido de estrés postraumático. “Sigo sirviendo a mi país, pero con otro uniforme”, dice a los medios.
Es increíble como un gato es capaz de salvar la vida de una persona con tan solo estar allí, y es que los animales domésticos son seres especiales, llenos de intuición y amor para dar. Tener uno es realmente terapéutico.
Esta historia es inspiradora, pero aún no hemos llegado a tanta gente como quisiéramos. Ayúdenos a inspirar a otros, y comparta este artículo con sus amistades. Solo le tomará un segundo.
Lo invitamos a ver este reportaje sobre esta historia (inglés):