Cuando el corazón se enamora, es difícil pensar en otra cosa que no sea este sentimiento y la persona amada. Nadie es inmune a la pasión y al amor romántico, ni siquiera aquellos que han jurado que nunca tendrán una relación.
Fue por causa de su juramento a la iglesia que el sacerdote italiano Riccardo Ceccobelli tomó una decisión difícil. Decidió colgar la sotana para vivir la experiencia de una gran pasión romántica en su vida.
Después de reflexionar mucho sobre sus sentimientos y su vida sacerdotal, el sacerdote llegó a la conclusión de que quería estar con Laura, la mujer que le robó el corazón.
Entonces, en su última Misa, en la iglesia de Massa Martana, en la ciudad italiana de Todi, anunció a los fieles que estaba enamorado y que quería vivir ese amor.
“Eran las 11:27 am del domingo día 11 de abril, el cielo lloraba y yo lloraba. Conducía a toda prisa hacia Massa Martana para la última misa de mi vida, la última misa celebrada por mí, quiero decir. Tenía prisa, pero en un momento apareció frente a mí un carro con un olivo. La furgoneta se movía lentamente y quería adelantarla. Entonces, me vino a la mente la historia que aprendí en la catequesis cuando era pequeño: la planta que se mueve, un día dará fruto en otra parte. Aquí, ahora, me siento como ese olivo. Estoy en movimiento. Para mí, fue una señal de Dios”, dijo Riccardo Ceccobelli, citado por el periódico italiano Corriere della Sera.
A los 41 años, la vida sorprendió al padre Riccardo. No esperaba que, después de dedicar la mitad de sus años a la iglesia, aún conociera otros sentimientos tan fuertes y avasalladores.
“Mi corazón se enamoró. Nunca traicioné las promesas que hice, pero quiero intentar vivir ese amor. No puedo ser coherente, transparente y correcto con la Iglesia como lo he sido hasta ahora. Nunca salí con ella como novia, pero por Laura cuelgo mi sotana. Esperaba que encontrara novio, pero con cada día que pasaba empeoraba. Dentro de mí seguiré siendo sacerdote”.
Debido a su sinceridad y honestidad, el Padre Riccardo fue noticia en todo el mundo y recibió muchos mensajes positivos, incluso de su superior, Don Gualtiero Sigismondi, el cual estuvo en la misa de despedida dando su apoyo y bendijo la decisión.
“Toda mi gratitud a Don Riccardo por los servicios prestados. Sobre todo, sigue siendo mi más sincero deseo que la decisión de Don Riccardo, tomada en plena libertad como me dijo él, pueda asegurar la serenidad y la paz”, dijo el Obispo.