James Hamblin tiene 37 años y hace 5 años dejó de ducharse de manera gradual. Si crees que lo hizo por pereza y porque no le importaba apestar, debes saber que esos no fueron los motivos. Hamblin es profesor en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale, una de las más prestigiosas de Estados Unidos, y especialista en medicina preventiva.
Como la salud es su área de especialización, le interesó estudiar la necesidad real de las duchas diarias y los daños que tantos productos usados en el baño pueden ocasionarle al cuerpo.
Esta experiencia resultó en el artículo I Quit Showering, and Life Continued (“Dejé de ducharme y la vida continuó”), y el artículo You’re Showering Too Much (“Te estás duchando demasiado”). En una entrevista con BBC News Mundo, el canal en español de la BBC, Hamblin también habló sobre su nuevo libro Clean: The New Science of Skin and the Beauty of Doing Less (“Limpiar: La Nueva Ciencia de la Piel y la Belleza de hacer menos”), después de cinco años de experiencia e investigación.
En la entrevista, el profesor dijo que conocía a muchas personas que tomaban pocos baños, por lo que sabía que era posible llevar una vida sana sin bañarse, siempre y cuando se sigan lavando las manos y cepillándose los dientes, claro está. Pero quería ir más allá y hacer la prueba por sí mismo.
Luego, con el tiempo se dio cuenta de que el cuerpo se acostumbra a la falta de la ducha, e incluso los olores desagradables van disminuyendo. Lo que ocurre, según el profesor, es que jabones, champús, acondicionadores, cremas y otros productos de higiene industrializados están destruyendo los ecosistemas que existen en la piel y en el cabello, creando un desequilibrio.
“Muchas personas usan champú para remover la grasa del cabello y luego aplican un acondicionador para agregar aceites sintéticos. Si puedes romper este ciclo, tu cabello lucirá como cuando empezaste a usar estos productos”.
No ocurre de un día para otro
El profesor también explicó que el proceso de dejar de ducharse y usar productos de higiene en el cuerpo lo hizo de manera gradual. Asimismo, el cuerpo necesita tiempo para volver a su estado natural, reequilibrando olores y oleosidad.
“Hubo momentos en los que quise darme una ducha porque lo extrañaba, olía mal y sentía que mi piel estaba muy grasosa. Pero comenzó a pasar cada vez menos”.
Hamblin dijo que el cuerpo ya tiene un ciclo natural, no para limpiarse a sí mismo, sino que necesita ser respetado usando menos químicos.
“El olor corporal es producto de bacterias que viven en nuestra piel y se alimentan de las secreciones aceitosas del sudor y las glándulas sebáceas en la base de nuestros folículos capilares. Cuando te bañas de manera agresiva, destruyes estos ecosistemas. Estos se vuelven a poblar rápidamente, pero las especies se desequilibran y tienden a favorecer los tipos de microbios que producen olor”.
Después de un tiempo sin ducharse y sin colocar químicos en el cuerpo, el ecosistema de este vuelve al equilibrio y alcanza un estado estable en el que el cuerpo deja de oler, dejando a penas un olor neutro.
Puedes ducharte, pero no lo necesitas
El baño, al ser un hábito, hace que la persona se sienta mejor, limpia, relajada y vigorizada. Este no necesita ser excluido de la vida, porque sería muy desagradable salir del gimnasio, ponerse ropa de trabajo e ir a la empresa sin usar ni siquiera un desodorante. Se trata de adoptar un nuevo estilo de vida y demora un tiempo.
“En el libro, hablo en el sentido tradicional. Me ducho cuando lo necesito o cuando quiero, solo con agua, rápidamente, especialmente cuando mi cabello se siente como si acabara de despertar o si estoy visiblemente sucio. Pero puedes hacer exfoliaciones corporales, puedes quitar el aceite con solo frotar con las manos y peinar tu cabello de vez en cuando. Eso es todo”, comenta Hamblin.
Esa necesidad de un ducharse lleno de productos para obtener aromas agradables es una idea moderna, ya que gran parte de las poblaciones del mundo no tenían acceso a agua corriente hasta los últimos 100 años.
En base a esto, y a una investigación en profundidad que realizó con médicos especialistas en piel y visitando industrias de productos de higiene, el profesor critica el exceso de productos usados para sentirse limpios y la frecuencia de los baños que las personas toman.
“Todo el tiempo, tenemos miles de millones de microbios viviendo en nosotros que no nos están causando ninguna enfermedad. Y cuando nos lavamos la piel, cambiamos estas poblaciones microbianas y todavía no entendemos completamente si esto es bueno o malo. Los microbios de nuestra piel son tan importantes para nuestra apariencia y salud como la mirobiota intestinal lo es para el sistema digestivo”.
Para aquellos que quieran adherirse al hábito de no ducharse para mantener un cuerpo natural, y tener un estilo de vida que les permita ir sin ducharse sin que esto afecte drásticamente su vida social, el profesor aconseja empezar de forma gradual.
Puedes comenzar con duchas más cortas, menos frecuentes y más frías, con menos jabón. No tiene que ser nada dramático”.