Desde que somos niños aprendemos a identificar los colores de los semáforos, ya sea cuando caminamos por la calle o cuando vemos a los adultos parar sus coches en un semáforo en rojo.
Pero precisamente porque aprendemos esto a una edad temprana, no nos preguntamos quién inventó los semáforos y por qué se eligieron los colores rojo, amarillo (o naranja) y verde.
Si nunca te lo habías planteado, sino que te has quedado con la pulga detrás de la oreja, no te preocupes porque aquí tenemos la respuesta.
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¿Cuándo empezaron los semáforos?
Empecemos por el principio: la aparición de los semáforos. Pues bien, ocurrió allá por 1910, en Estados Unidos, para evitar accidentes entre los coches que empezaban a circular por las calles. Así pues, la razón de la existencia de los semáforos siempre ha sido la misma.
En aquella época, no eran exactamente semáforos como los de ahora, que son electrónicos. El trabajo lo hacían manualmente los guardias de tráfico, que se situaban en las torres de tráfico utilizando silbatos y luces rojas, verdes y amarillas para indicar a los conductores cuándo debían detenerse o avanzar.
Así funcionó durante una década, hasta que, en 1920, un hombre llamado William Potts creó el primer semáforo de tres colores y cuatro direcciones.
De este modo, se hizo posible ayudar a los automovilistas a mantenerse seguros en las intersecciones sin necesidad de guardias que realizaran esta tarea.
El primer semáforo de este tipo se construyó en Detroit (Michigan), en la esquina de la avenida Woodward y la calle Fort.
Como en aquella época no existían leyes de tráfico, tuvieron que pasar 15 años para que en 1935 se creara el “Manual de Dispositivos Uniformes para el Control del Tráfico”.
Este manual estableció normas uniformes para todas las señales de tráfico, que exigían indicadores luminosos rojos, amarillos y verdes.
¿Por qué los colores rojo, amarillo y verde?
Antes de que llegaran los coches, existían “semáforos” para ayudar a los trenes. Pero eran un poco diferentes. Las compañías ferroviarias utilizaban el rojo para indicar parada, el blanco para avanzar y el verde para precaución.
Pero pronto se dieron cuenta de que el blanco no era un color seguro para los semáforos, ya que podía confundirse con una estrella en el cielo por la noche, por ejemplo, cuando el conductor lo veía desde lejos.
Por ello, transfirieron el color verde para representar “puede pasar” e implantaron el amarillo como color de la precaución, ya que es fácilmente distinguible del rojo y el verde. ¡Y así se quedó!
Se eligió el rojo para ser el color “tope” después de que se hicieran pruebas con el amarillo en esa función.
Sólo que el amarillo no puede verse a mayor distancia con la misma facilidad que el rojo, por lo que se produjo esta sustitución, que fue mejorando con la aparición de los materiales reflectantes, que permiten ver estos colores a mayor distancia y con mejor contraste.