Extrapolar los límites y forzar tu cuerpo al extremo no es bueno y esto se aplica en todos los frentes, incluso en la alimentación. Las sustancias que comes se reflejan directamente en tu organismo, y esto es lo que le sucedió a un hombre estadounidense que vio pasar la muerte ante sus ojos después de consumir en exceso bebidas energéticas.
El caso se hizo público después de que su esposa Brianna lo publicara en su red social informando sobre la tragedia familiar. Todo tuvo su inicio cuando Austin descubrió el embarazo de su esposa y comenzó a trabajar cada vez más para conseguir juntar dinero. Para mantenerse despierto durante tanto tiempo, comenzó a consumir dosis crecientes de bebidas energéticas y con el exceso de cafeína contenida en el dicho producto, tuvo una hemorragia cerebral.
Este se sometió a numerosas cirugías, pero acabó por quedar sin la parte frontal del cráneo. En el tiempo que estuvo en coma, se perdió el nacimiento de su primer hijo. Pero dos meses después, todo cambió. Se recuperó, fue a su casa y finalmente conoció a su bebé.
Lee el emocionante relato
“Hola, mi nombre es Brianna, y esta es mi historia …
El amor no son las pequeñas cosas. No son las llamadas telefónicas, las fechas o incluso los recuerdos. El amor es saber que sacrificarías cosas que ni siquiera sabías que podrías sacrificar. El amor es altruista.
¿Alguna vez has sentido temblar tu vida? ¿Alguna vez has sido golpeado con tanta agitación emocional hasta el punto en que todo a tu alrededor se vuelve confuso y te sacude? Tus pulmones se sienten apretados y por un breve momento no puedes hacer nada. No puedes moverte, no puedes pensar, no puedes reaccionar. Yo sí. Intenté algo que nunca pensé probar … durante el período de nueve meses de embarazo con mi primer hijo.
Estar embarazada debería ser uno de los viajes más increíbles en los que te embarcas. Estás creando una nueva vida. Estás experimentando un amor incondicional por alguien que ni siquiera has conocido.
Austin y yo estábamos muy emocionados de conocer a nuestro nene. Para llevarlo a casa. Para ser una familia.
Yo nunca me imaginé mientras dormía esa noche, que todo mi mundo se rompería en unas pocas horas.
Todavía recuerdo a mi suegra, despertándome aquella mañana. “Austin tuvo un accidente”, dijo.
Todo lo que sabía era que mi esposo estaba en el hospital. ¿La peor parte? No sabia por qué.
Después de un viaje de dos horas hacia el hospital, supe que mi esposo, el padre de mi hijo, la persona que amo mucho, tenía una hemorragia cerebral. ¿Por qué? Los médicos concluyeron (después de probar y descartar las drogas) que este horrible evento se debió a su reciente consumo de bebidas energéticas en exceso (un hábito al que se había acostumbrando cuando comenzó a trabajar más horas).
La cirugía ya estaba en marcha … y, después de una agonizante espera de 5 horas, conseguimos verlo. Pero mientras todos estaban enfocados en la cara casi irreconocible conectada a todo tipo de máquinas y tubos, todo lo que podía ver eran sus padres. Vi la luz salir de los ojos de su madre cuando vio a su hijo acostado inmóvil en la cama del hospital. Vi a su padre dejar de llorar mientras sostenía a su esposa.
Ver a esta familia, mi nueva familia, a quien amo y de la que formaba parte, estar tan destrozada … ese es el peor sentimiento que he sentido en mi vida”.
Al día siguiente hubo dos rondas de cirugía cerebral. Después de eso, fueron las convulsiones, la hinchazón y más cosas para las cuales no estábamos preparados.
Hubo un momento, sentada al lado de su cama de hospital, solo rezando, cuando sentí que estaría bien, que supe que nunca me rendiría con él. Por más confusa que se volviese nuestra vida, estaría a tu lado, a pesar de todo eso.
Después de dos semanas de vida en un hospital, preguntando si sobreviviría o nos lo quitarían, nos fuimos para casa.
Llegó la hora de que naciese el bebé.
No voy a mentirle a nadie, fue tan difícil. Planeé que Austin fuese parte de ese momento. Estaría a mi lado, sosteniendo mi mano. Estaría allí para cortar el cordón umbilical. Estaría allí para dar la bienvenida a nuestro hijo al mundo.
Pero ocurrió un milagro maravilloso cuando di a luz a nuestro hijo. Austin se despertó. Estuve casi una semana sin verlo. Pensé en él todos los días. Lloré cuando miré a mi hijo, que se parecía exactamente a su padre.
Cuando el bebé tenía a penas una semana, lo dejé con mis suegros.
Sabía que necesitaba ver a Austin. Necesitaba decirle que nuestro bebé estaba aquí. Para decirle cuánto lo necesitábamos.
Las semanas pasaron. Lo llevamos a todo el estado, a medida que se ordenaron más operaciones y procedimientos.
Con poco más de 2 meses de edad, nuestro hijo finalmente conoció a su padre. Ni siquiera sabía con certeza si se encontrarían. Ese fue el día, entonces, cuando mi corazón recuperó la felicidad.
Algún tiempo después, finalmente pudo regresar a casa y para mí. Nuestra vida no es normal. Hay visitas médicas y visitas hospitalarias, tantas que perdí la cuenta.
Pero nosotros estamos aquí. Luchando”.
La fotógrafa Sara Endres hizo una sesión de la familia:
Austin junto con el hijo de la pareja
La rutina es muy complicada, pero ellos enfrentan todo con mucho amor
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