Desde que se conocieron, Tina y Rick Traster, una pareja de rusos, sabían que eran el uno para el otro. Con el pasar de los años decidieron empezar una vida juntos y casarse. Se sentían realizados a nivel personal y profesional, ya que a ambos les iba muy bien en el trabajo, pero algo muy importante les hacía falta, un hijo.
Durante años intentaron concebir un bebé de forma natural, pero algo sucedía, la pareja era estéril. A pesar de la tristeza, continuaron firmes en su deseo de ser padres y se dirigieron a varios centros de adopción donde esperaban cumplir su sueño.
Debido a diversas dificultades, el proceso de adopción tardó más de lo esperado. Ya ambos tenían 40 años y el sueño vivía más que nunca, hasta que por fin fueron bendecidos con una hermosa bebé de 8 meses.
La llamaron Julia y la llevaron a casa llenos de ilusión. Todo corría muy bien pero con el pasar de los días notaron algo extraño. La bebé era muy poco expresiva con sus emociones, no le gustaba acercarse a ellos, no los miraba a los ojos y se mostraba siempre muy triste.
Tina se sentía muy mal, pensaba que era su culpa. Vivía atormentada con la idea de que tal vez no debió ser madre nunca. Ella y su esposo se esforzaban por darle amor y los mejores cuidados a la bebé, pero su actitud seguía igual.
Luego llegó el momento de inscribirla en una guardería, donde esperaban que pudiese relacionarse mejor con las personas, pero sucedió todo lo contrario, Julia siempre buscaba estar sola y se escondía debajo de las mesas.
Tina ya no pudo más y decidió consultarle al pediatra de Julia la situación, él tenía la respuesta. Le dijo: “Tina quédate tranquila, lo que sucede con Julia no es ni será nunca tu culpa, ella está viviendo las consecuencias del trastorno reactivo de vinculación, producto de su pasado con sus padres biológicos”
Esta condición no es muy común, pero suele existir en niños pequeños abandonados o niños que recibieron algún tipo de maltrato físico o psicológico.
Al tener un diagnóstico, Tina y Rick se encontraban mucho más tranquilos y su nuevo objetivo era ayudar a Julia para que superara ese trastorno, junto con el apoyo de varios especialistas.
Pasaron los años y Julia se encontraba cada vez mejor, ya era una niña alegre, llena de confianza y feliz. El trabajo incansable de sus padres había valido la pena. Gracias a su experiencia Tina escribió un libro para ayudar a padres que se encuentren en su misma situación llamado: “Rescatar a Julia, dos veces”.
Hoy en día Julia es una niña segura, creativa, inspiradora y alegre. Su película favorita es Pinocho y adora tocar el violín.
Tiene una relación muy cercana con su madre.
Admira y ama a su padre.
Le encantan los caballos y los animales.
Aún asiste a pequeñas terapias psicológicas para evitar que su pasado le traiga consecuencias en el futuro.
A continuación le invitamos a ver este video (inglés) , en él se muestra más información sobre la historia de Tina, Rick y Julia:
¡Comparta esta hermosa historia! Es el ejemplo de unos padres que nunca se rindieron.
