Kang Cuicui era una mujer china que falleció hace 12 años. En aquella época, ella ya estaba casada y dejó a su esposo viudo cuando se suicidó por problemas en la relación. La familia de su esposo gastó el equivalente a 15.000 dólares, más o menos, para el velorio y entierro de Kang.
Pero no porque estuviera muerta y casada, se le impidió volver a casarse. En China, existe una práctica ancestral llamada Yin Hun, que consiste en casar a personas que fallecieron solteras.
Lo que pasa es que Kang no era soltera, y este nuevo matrimonio se llevó a cabo sin el conocimiento del marido viudo. Cuando este fue a la tumba para visitarla en noviembre de 2020, ni su cuerpo ni las pertenencias que fueron enterradas con ella estaban allí.
En ese momento, el viudo llamó a la policía para investigar el caso, que se convirtió en un reportaje en el diario estatal Orient Today, y después en el Daily Mail británico.
Poco después de que el viudo denunciara el robo del cuerpo y las pertenencias a la policía, se descubrió que los padres de Kang desenterraron a su hija y la vendieron a la familia de un hombre que había muerto en un accidente automovilístico.
La venta de la “novia cadáver” le reportó a la familia Kang cerca 11.700 dólares, y los novios muertos fueron enterrados juntos en una ceremonia fúnebre-matrimonial.
La madre de la novia reveló, en una entrevista, que vendió a su hija para casarla con otro hombre porque su viudo había reubicado algunas de las tumbas de su familia, pero no lo hizo con la tumba de Kang, dejándola sola. Entonces, necesitaba compañía.
Como el Yin Hun es una ceremonia muy tradicional, las autoridades le negaron al viudo el hecho de seguir con las investigaciones, sin revelarle más detalles.
El matrimonio entre muertos es muy popular en Cangzhou, uno de los pocos lugares que aún conserva esta tradición. Allí existen varias agencias de bodas post muerte.