En el mundo, no hay un amor más grande que el que siente un padre por su hijo. Da igual las veces que este erre, lo mal que se porte o las promesas que haga y no cumpla, un progenitor siempre estará al lado de su descendiente pase lo que pase. Este cariño, se puede comparar perfectamente con el que siente Dios por sus fieles.
No hay un amor más grande que el que siente un padre por su hijo en el mundo
A continuación, se expondrá una historia para que veas que no hay amor más grande que el siente un padre por su hijo. Aunque este último no se portó bien con su progenitor, su papá no lo dejó solo y lo arropó cuando lo necesitaba.
“Se encontraba el hijo menor de un familia junto con su padre el cual le dijo: “Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde.” Y él sin preguntar se la dio.
Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su herencia viviendo como un libertino. Cuando había gastado todo, comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y busco trabajo con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos.
Y entrando en sí mismo, dijo: “¡Mi padre tiene campesinos que comen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, e iré a donde esta mi padre. Cuando él aún se encontraba lejos su padre lo vio en la distancia y conmovido, corrió se echó a su cuello y le besó fuertemente, entonces el hijo le dijo:Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus campesinos.
Pero el padre dijo a sus siervos: “Traigan rápido el mejor vestido y vístanle, pónganle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Además, traigan un novillo cebado, mátenlo, comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío que estaba muerto ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado”.
Moraleja de la historia
Según la ‘Parábola del hijo pródigo del Evangelio de Lucas’, queda evidente que no hay un amor más grande que el siente un padre por su hijo. Esta parábola enfatiza que el sentimiento de misericordia de Dios hacia las personas cuando cometen un error o pecan, y después se arrepienten de lo que han hecho, es el perfecto símil del cariño y la compasión de un padre por su hijo, aunque se haya equivocado.
¡Piénsalo! ¿Qué padre no le daría un plato de comida a su hijo si este se lo pidiese? De igual manera, el Señor actúa con la gente. Este le da a cada individuo lo que precisa en el momento adecuado.
Los padres nunca quieren estar enfadados con sus hijos. En el caso de que los castiguen o rezonguen lo hacen por su bien, para que aprendan y para inculcarles ciertos valores que les harán crecer siendo buenas personas y educadas.
Puede que, desde el punto de vista del hijo, en ocasiones, este no entienda ciertas actitudes de su progenitor. Pero con total seguridad, a medida que uno va creciendo, va percibiendo el porqué de aquellas decisiones que tomó su padre. Este nunca va a querer el mal para ti, todo lo contrario. ¡Recuérdalo!
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Si ya eres padre, es bueno que te ganes la confianza de tus hijos para que la relación con ellos sea mejor, y evitar así que cometan los menores errores posibles. Para ayudarte en esa tarea, no te pierdas el siguiente vídeo donde se dan algunos consejos para aprender a ganarte la confianza de tus hijos.