Cuando Shelly Wall aún estaba embarazada, fue cuando ella y su esposo recibieron la noticia que ningún padre quiere escuchar: las posibilidades de que su hijo sobreviviera eran escasas porque en el ultrasonido se descubrió que tenía hidrocefalia. Esta condición hizo que la cabeza del bebé fuera muy grande y su cerebro casi inexistente. Este sólo se había formado en un 2%.
Aún así, los padres del pequeño Noah se prepararon para recibirlo con mucho amor, aunque, tal vez, solo podrían abrazarlo por unos días.
El gran milagro
Después de que naciera el bebé, incluso con su hidrocefalia confirmada y las pruebas que demostraban que a penas se había formado el cerebro, se fue a casa con sus padres y comenzó a desarrollarse de una forma nunca antes vista en la medicina.
Noah vive feliz y sorprende cada día más
Cuatro años después de que naciera, Noah aprendió a hablar, cantar, moverse en una silla de ruedas, y este está siempre sonriendo. Su desarrollo ha sido lento pero constante. Su caso demuestra que la determinación puede traer resultados increíbles.
¿Cómo ocurrió la evolución?
Su cerebro se ha desarrollado casi por completo durante este tiempo gracias al cuidado, el amor y el aliento de sus padres y, por supuesto, un toque de la Madre Naturaleza. Los doctores no pueden explicar el caso de Noah, por más de que se habló de este en varios congresos de medicina.
La vida del niño que nació sin cerebro y sobrevivió será documentada para que su historia se registre para el mundo y que nadie dude de que pueden ocurrir milagros, al menos hasta que se demuestre lo contrario.
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