El dolor de perder a un hijo hace que muchas mujeres renuncien a la maternidad por temor a volver a experimentar ese dolor de nuevo. Esto es lo que le sucedió a la profesora estadounidense Barbara Higgins, cuando ella y su esposo, Kenny Banzhoff, perdieron a su hija Molly, a sus 13 años.
Hace 5 años, Molly falleció por causa de un cáncer de cerebro, ya que el diagnóstico fue tardío. La pareja pasó un tiempo de luto y, de repente, Bárbara comenzó a soñar con tener otro hijo. Ella pensó que era solo parte del proceso de duelo, imaginar un nuevo bebé para aliviar el dolor de la pérdida.
Al principio pensó que era una idea loca, sobre todo porque ella ya estaba en la fase de la menopausia, al igual que su marido. Pero el deseo se hizo más fuerte y decidieron buscar una clínica de fecundación in vitro que atiendese a personas de su edad.
Actualmente, Barbara tiene 57 años y su esposo 65. Ellos hicieron el tratamiento y tuvieron éxito en la fertilización. “Vencimos todas las probabilidades”, dijo Kenny a NBC Boston.
Entonces, el 20 de marzo de 2021, la familia renació con la llegada del pequeño Jack. Los padres saben que tienen una edad avanzada para ver a su hijo convertirse en adulto, pero no pudieron dejar de intentar vivir muchos momentos de felicidad con él durante el mayor tiempo posible.
“Nadie puede dar a luz a un bebé y estar seguro de que lo verá crecer. No me preocupaban los prejuicios ni los factores externos”, dijo Barbara.