Las actividades manuales son de gran ayuda para fomentar la creatividad, el desarrollo en las personas y para estimular el cerebro. De esta manera, se previene la aparición de enfermedades como puede ser el caso del Alzheimer. A la hora de llevar a cabo estos ejercicios, es importante tener en cuenta la motricidad fina. Descubre, a seguir de qué se trata, y algunos ejemplos de esta para ponerla en práctica.
Qué es la motricidad fina
La motricidad fina hace referencia a la coordinación de los movimientos musculares, los huesos y los nervios para generar movimientos precisos y pequeños. Un ejemplo podría ser los movimientos que tienen lugar en zonas del cuerpo como es el caso de los dedos, los cuales por lo norma, van en coordinación con los ojos.
Cabe destacar que también existe la motricidad gruesa. Esta es el control de movimientos más grandes y generales como, por ejemplo, agitar los brazos al saludar.
Ahora que ya sabes qué es la motricidad fina, descubre algunas actividades en la que la puedes poner en práctica.
- Hacer torres con piezas y construcciones;
- Pasar las páginas de libros;
- Jugar con la plastilina;
- Vestirse;
- Comer sin la ayuda de nadie;
- Abrocharse y desabrocharse los botones;
- Jugar con arena cinética;
- Enroscar tuercas en tornillos;
- Abrir y cerrar envases y botes.
A continuación, puedes ver en imágenes unos ejemplos prácticos en los que se aplica la motricidad fina.
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Para finalizar, en el siguiente vídeo puedes descubrir más actividades de motricidad fina que son muy recomendables para los niños.