“Dios escribe derecho sobre líneas torcidas” es uno de los adagios populares más escuchados en la vida. Como todos los refranes populares, “caen en letra muerta” y no los ponemos en práctica, pero ¿cuál es la verdad que esconde este refrán?
Aún cuando todo parece estar de cabeza, aún cuando nuestra vida no parezca salir como deseamos, Dios tiene el control de todo. Detrás de cada experiencia vivida, no importa lo terrible que esta pueda ser, si estamos atentos a la presencia de Dios y su palabra, podremos descubrir un universo de aprendizajes y posibilidades de crecimiento espiritual.
La vida es un don. Nuestro destino es la plenitud espiritual. Nos hace sufrir el hecho de apegarnos no solo a lo material, sino al control. Por eso nos desespera ver las líneas torcidas en el cuaderno de nuestra vida. Pero Dios ya tiene un plan para cada uno, y no se trata necesariamente de una carrera profesional o de un número de hijos, o de ganarse la lotería.
El plan de Dios para todos es trascendente y transparente. Es tan obvio que no lo vemos, y por eso nos perdemos en la bruma de la cultura del éxito. El plan de Dios es este: que tengamos vida en abundancia, que seamos plenos, que seamos felices y por ende, transmitamos la felicidad a los demás.
Dios no nos ha creado para un cargo, para un matrimonio, para la riqueza o para la pobreza. Todas estas cosas son caminos, medios, que nos permitirán encontrarnos con la plenitud de nuestro ser, y si no es así, es porque llegamos a esa página de las líneas torcidas, y es cuando debemos leer las líneas derechas que Dios escribe para nosotros.
Para ello, necesitamos fe. Y la fe se alimenta en la relación personalizadora. ¿Y cómo nos relacionamos con Dios? A través de la oración. Cuanto más oremos, más cerca de Dios nos sentiremos y nuestra fe aumentará.
Pasa con esto lo mismo que con las personas que, en la medida en que las conocemos, es decir, en la medida en que conversamos con sinceridad, se hacen merecedoras de nuestra fe.
Si mantenemos nuestro espíritu elevado, si ante las dificultades tomamos unos segundos o minutos en pensar qué nos dice Dios, podemos descubrir el camino para retomar el hilo de nuestra vida y florecer espiritualmente.
La certeza de lo que aquí se dice, tal como anunciamos al principio, lo confirma el refrán popular. Quienes han vivido tribulaciones y las han superado lo saben bien: Dios escribe derecho sobre líneas torcidas. ¡Este es el testimonio!: