En el año 2005 el mundo se estremeció con la noticia de que en España una mujer llamada María del Carmen, madre de la entonces niña Verónica, quemó vivo al violador de su hija. Pero la violación de la niña y el asesinato de su violador no fueron actos consecutivos. Entre ellos median varios años de distancia. ¿Qué pasó?
Todo comenzó en el año 1998, cuando Verónica se dirigía a la panadería a comprar algún encargo. Para ese momento, Verónica tenía 13 años. Fue interceptada por Antonio Cosme, quien viendo la oportunidad, abusó sexualmente de ella.
Verónica quedaría marcada de por vida. Su madre, muy afectada por la situación, acudió a las autoridades. Antonio recibió una condena de 9 años de prisión, pero nunca se le dictó una orden de restricción.
Según las declaraciones de madre e hija, Antonio se aseguró de hacerles saber que las buscaría y las mataría.
Pero en el año 2005, a Antonio se le otorgó un día de permiso para salir de la cárcel y se dirigió a la madre de Verónica para intimidarla preguntándole por su hija. María del Carmen se desesperó. Fue a una bomba de gasolina cercana, compró una botella de combustible, buscó a Antonio en un bar de la zona, y lo prendió en fuego.
María asegura que no fue venganza, sino un momento de desesperación y locura. Insiste en que no es una delincuente y en que, además, ella no recuerda nada de lo que hizo en ese momento, como si hubiera sufrido un shock postraumático. La verdad es que responsabiliza a las autoridades de no haberlas protegido mediante una orden de restricción, lo que hubiera evitado el trágico episodio.
La opinión pública se dividió: unos la llamaron “la madre coraje”, indignados porque delitos tan graves y lacerantes como las violaciones tengan castigos tan ligeros. Otros rechazaron el que tomara la justicia por sus manos.
Lo cierto es que tras este acto, María del Carmen tuvo que enfrentar cargos, y recibió una sentencia de 13 años de cárcel. En el año 2012, finalmente, María del Carmen fue indultada y dejada en libertad antes de navidad. Además de eso, ella recibe ayuda psiquiátrica, pues ha quedado traumatizada por las experiencias, e incluso ha pasado por varios intentos de suicidio.
De la prisión recuerda sus reflexiones: “Es muy duro estar allí dentro. Es un pozo sin fondo, aunque ya voy encontrando la salida. Tienes muchísimo tiempo para reflexionar, para pensar por qué pasó lo que pasó, a imaginar cómo hubiera sido la vida si yo no me hubiera encontrado con ese hombre aquel día”.
En busca del indulto
El abogado de María del Carmen, Joaquín Galant, ha intentado en dos ocasiones conseguir el indulto del Gobierno sobre su defendida. En ambos casos ha recogido miles de firmas. Y en ambos casos, el resultado ha sido el mismo: denegado. Ahora lo intentará de nuevo, para que el tercer grado se convierta en una libertad definitiva.
La madre de Verónica, que ahora pasa los días con sus hijos y nietos -por las noches vuelve a dormir a la cárcel de Villena con manualidades para pasar el rato-, tiene claro el resultado de sus reflexiones: “Aquello no tenía que haber pasado de ninguna manera”.
Esta es la nueva vida de la mujer a la que llamaron madre coraje. Cuenta las horas para salir por la mañana, a primera hora, del centro penitenciario, para así disfrutar de la compañía de sus hijos y sus nietos. Y a las siete de la tarde, todos los días, vuelta a Villena.
Según recoge Las Provincias, en la conversación telefónica con María del Carmen García se escucha un pequeño diálogo entre la madre y su hija, Verónica.
-Hubiera preferido morirme yo a que la violaran a ella.
-¡Madre, no digas eso!
¿Qué piensa usted? ¿Qué sería capaz de hacer por defender a sus hijos? ¿Cree que la pena que reciben los violadores es suficiente? ¿Son suficientes 9 años de cárcel para resarcir un daño que dura toda la vida y prevenir que se vuelva a cometer, y aún más si se trata de una víctima menor de edad? ¿Cree que esta mujer actuó mal?
No se abusa de una persona, y mucho menos de un niño, ni por accidente ni por un momento de debilidad. Es un acto deliberado de poder contra el indefenso. Es perverso. Es cruel. Es tortura. Pero ¿justifica esto la reacción de María?
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