Solo aquellos que han perdido a un hijo conocen la magnitud del dolor, incluso cuando el bebé nace muerto y la madre no puede conocerlo. Es incluso peor pasarse la vida imaginando cómo era la cara del bebé que llevaba en el útero y que nunca pudo sostener en sus brazos.
Este dolor ha acompañado a la estadounidense Genevieve Purinton a lo largo de toda su vida. Cuando solo tenía 18 años, dio a luz a su única hija, a la que ni siquiera dio un nombre, en 1949. En ese momento, cuando la joven madre pidió ver a su bebé, los médicos le dijeron que había nacido muerta.
En la actualidad, Genevieve tiene ahora 88 años y vive en un hogar de ancianos en Florida, Estados Unidos. No tiene familiares cercanos, ya que sus ocho hermanos fallecieron. O mejor dicho, pensó que no tenía, hasta que recibió una sorpresa que hizo que su corazón latiera más rápido.
Un día, llegó a la residencia una tarjeta para Genevieve, enviada por una mujer llamada Connie Moultroup, que contenía un número de teléfono y un mensaje que nunca pensó leer un día: “Creo que soy tu hija perdida”.
Connie dijo, en una entrevista al canal Fox, que su madre adoptiva falleció cuando ella tenía 5 años y luego su padre adoptivo se casó con una madrastra que la maltrataba. Entonces, todos los días se preguntaba cómo sería si su madre biológica apareciese.
Después de muchos años, el sueño de esa niña no se hizo realidad. Sin embargo, todavía tenía mucha vida por vivir, y la vida se escribe con líneas torcidas.
El año pasado, Connie recibió un kit de ADN como regalo de Navidad de su hija de 50 años. Ese kit hizo que Connie se pusiera en contacto con una persona que tenía el mismo apellido que su madre biológica.
En la entrevista, Connie contó cómo fue la conexión con la persona: “Le dije: ‘Aquí está el nombre de pila de mi madre’. Ella dijo: ‘Esta es mi tía y todavía está viva'”.
Ese momento fue muy emocionante para Connie, ya que nuevamente era una niña con la esperanza de encontrar a su madre.
Después de 69 años, finalmente madre e hija se conocieron en persona, en la enfermería de la residencia de ancianos del hogar donde vive la madre. Genevieve se conmovió mucho no solo al abrazar a su hija, sino al saber que tiene una nieta y dos bisnietos.