Mientras la madre biológica lo abandonaba en la puerta de casa, con a penas unos meses de vida, Adrieli se enamoró a primera vista de él. Ella y el padre del pequeño Vinícios, Diogo, empezaron una relación cuando él tenía solo 5 meses de vida. Diogo tenía 21 años en ese momento, y tanto él como Adrieli no entendían mucho sobre la crianza de los hijos. Pero el amor nunca faltó.
Pasaron los años y terminaron casándose, formando una bella familia. Solo que Adrieli quería ser más que la madrastra. Ella era la madre del pequeño Vini. Fue entonces cuando comenzó la pelea en los tribunales, para poner su nombre en el certificado de nacimiento. Pasaron 10 meses, entre visitas al Juzgado de la Infancia, psicólogos y trabajadores sociales, hasta que fue oficialmente la madre de Vini.
Ellos no pudieron contener las lágrimas cuando llegó la sentencia, ya que ella siempre tuvo una conexión especial con el pequeño. Ahora, además de sentirse madre, también tenía ese título. Pero es importante recordar que, además de quien engendra, ¡la madre es quién cría! En otras palabras, ya tenía este rol desde el momento en que empezó a formar parte de la vida familiar.
Nuevos desafíos
Con la llegada de la pandemia y el distanciamiento social, empezaron a notar algunos comportamientos diferentes en Vini. Él estaba muy inquieto, por lo que decidieron llevarlo a una consulta médica. Eso es porque no sabían nada sobre su embarazo o su familia genética. Fue entonces cuando descubrieron que pertenecía al espectro autista.
En el momento que recibieron la noticia quedaron conmocionados, ya que no tenían mucha información sobre el autismo. Sin embargo, estudiaron mucho y buscaron un seguimiento para todos, lidiando muy bien con la situación. En la actualidad, Adriele habla con cariño sobre este viaje, conmoviendo a todos aún más: “Mi corazón está lleno de orgullo y gratitud. Agradezco el hecho de ser la madre de un niño tan especial”.
Fuente: Upsocl