Cocinar alimentos en el horno es una delicia y una opción mucho más saludable que freírlos. Pero algunas recetas son más grasientas como las carnes grasas. Otras dejan restos pegados y ligeramente quemados en el fondo como lasaña. A veces, te equivocas y se te va la mano y se te quema el plato.
Cuando ocurre uno de estos casos, puede ser muy difícil limpiar la bandeja del horno. Pero es posible con estos 4 consejos que verás, a seguir.
1. Retira el exceso de la grasa líquida
Si la grasa de la asadera para hornear aún está líquida, antes de remojarla, limpia el exceso con toallas de papel. Así ya estarás eliminando suficiente grasa y tendrás que hacer menos trabajo en los siguientes pasos.
2. Pon en remojo la bandeja del horno
Esta es la primera (en este caso, la segunda) acción que se debe hacer. Será la primera en el caso de que la grasa ya esté sólida. Después de su uso, deja en remojo la asadera llena de agua, preferiblemente en un fregadero grande donde quepa toda entera. Recuerda no tirar agua fría en una fuente para hornear de vidrio muy caliente o podrías romperla.
Si no vas a lavar la sartén luego, puedes dejarla en agua fría. Si quieres agilizar el proceso, emplea agua hirviendo para aflojar la grasa más rápido. Un buen detergente junto con agua también acelera el proceso. ¡Tenga cuidado de no quemarte!
3. Utiliza productos específicos para eliminar la grasa
Normalmente, cuando el caso es de grasa espesa, el agua hirviendo con detergente será resolutivo. Así, conseguirás lavar con una esponja normalmente después de que la grasa se haya derretido.
Pero si deseas una opción más efectiva, utiliza productos específicos para desengrasar la loza. Deja que funcione como se indica en el embalaje y después lava normalmente a mano o en el lavaplatos.
4. Para quemaduras, use agua caliente con bicarbonato de sodio
Después de eliminar la grasa de tu bandeja para hornear, ¿aún le quedan residuos quemados? Si es así, debes ir a la segunda parte del proceso. Vuelve a hervir el agua, viértela en la bandeja para hornear y mezcla una cucharada (o más, dependiendo de lo dañada que esté) de bicarbonato de sodio. Déjala reposar durante una o dos horas, y luego lávalo normalmente frotando con una esponja o estropajo de aluminio y jabón.