No es raro acostumbrarnos a creer que vivimos siendo tratados injustamente o de forma desagradable por las personas que nos rodean, es como si estuviéramos recibiendo mucho menos de lo que en verdad queremos o pensamos que merecemos. De esta forma, colocamos la culpa de lo que nos ocurre sólo en las demás personas y en el mundo exterior, esto nos impide revisarnos como protagonistas de nuestras historias y de esa manera sólo seríamos meros juguetes en las manos de los otros.
Y así, vamos pasando los días, lamentando las supuestas injusticias que nos están siendo impuestas, rellenando nuestras amarguras con los malos tratos que creemos descabellados por parte de las personas que conviven con nosotros, sintiéndonos de esta manera mal amados, mal vistos y desvalorizados. Al final, nadie parece entender el potencial que posee, es como si estuviésemos siendo sub-utilizados en todos los aspectos de nuestras vidas.
Por esta razón es que jamás podremos escapar al enfrentamiento con nosotros mismos, analizando racionalmente lo que estamos ofreciendo, cómo nos estamos comportando, viéndonos a nosotros mismos en la forma en la que tratamos a las demás personas, las palabras y el tono de voz que utilizamos con ellas, incluso una mirada puede afectar. La mayoría de las veces, apenas se está recibiendo de vuelta exactamente lo que se está dando, ni más ni menos.
En el momento que logremos notar la forma como las personas nos ven mirándolas, lo que el mundo recibe de nosotros, muy probablemente entenderemos varias de las cosas que nos suceden, tomando consciencia de que lo que nos llega no es injusto si no es el retorno de nuestras acciones.
En muchas oportunidades, no estaremos ofreciendo nada bueno, tratando mal a los demás, ignorándolos y menospreciándolos, aislándonos a todo lo que no sea nosotros.
¿Cómo podrán mirar algo que no demostramos si nos encerramos en nosotros?
Aunque existen personas que no saben hacer otra cosa más que arruinar la vida de los demás, muchas personas con las que convivimos estarán abiertas a recibir lo mejor de nosotros, valorándonos y tratándonos con el debido respeto. Es necesario, por lo tanto, que nos permitamos compartir de forma transparente nuestras verdades, para que ellas nos traigan un retorno afectivo que enriquezca nuestra vida y la de quien esté con nosotros.
Definitivamente la vida es un boomerang, si hacemos bien, recibimos cosas buenas, pero si actuamos mal, no nos irá muy bien. Le invitamos a ver esta excelente reflexión:
¡Siempre merecemos lo que ofrecemos!
