Hace poco tiempo, Jihad Al-Suwaiti emocionó a todo el mundo. Su madre fue hospitalizada con coronavirus en Beit Awwa, en Cisjordania. Ella estaba luchando contra el cáncer cuando se contagió, lo que hizo que quedara aterrorizada por la situación, principalmente porque tenía que estar sola. Su hijo Jihad no permitió que esto ocurriera, escalando por el lado de afuera del hospital para quedarse con ella en la ventana.
Por desgracia, unos días después, Rasmiye Al-Suwaiti murió, dejando a toda la familia devastada. Según la tradición musulmana, después de morir, el cuerpo debe ser envuelto en una tela blanca y enterrado rápidamente. Sin embargo, el procedimiento para los casos de muerte por covid es diferente, debiendo envolver el cuerpo en plástico antes de enterrarlo, para evitar la contaminación por el virus.
El mayor temor de Rasmiye era exactamente ser enterrad de esta forma y, como último deseo, le pidió a su familia que no lo permitiera. Incluso sin poder ver el cuerpo, Jihad y sus hermanos decidieron que se la llevarían de cualquier forma. Fue entonces cuando llamó a sus hermanos, amigos, primos y vecinos, y todos estaban dispuestos a ayudar.
Los cuerpos son transportados para enterrarlo en varias ambulancias al mismo tiempo. Jihad y su grupo, cada uno en un coche diferente, interceptaron los vehículos y comenzaron a buscar el cuerpo de Rasmiye. En cuanto lo encontraron, lo metieron en un maletero y se fueron en diferentes direcciones, confundiendo a las ambulancias, las cuales no pudieron alcanzarlos.
Ella fue enterrada cerca de casa, en una tumba hecha por sus hijos y siguiendo su tradición y su último deseo. Por un lado, un hermoso acto de amor y respeto para con su madre. Pero, por otro, un delito y un gran riesgo para la población local. ¿Qué te pareció la actitud de Jihad? Deja tu opinión en los comentarios y comparte esta historia de amor, coraje y contravención.