Los padres son las personas más importantes en la vida de sus hijos. Son el primer ejemplo que tienen los niños de cómo vivir, en todos los aspectos. Por eso, es muy importante que estés atento a tus actitudes diarias para fortalecer la relación con tu hijo y ayudarlo a crecer con inteligencia emocional, autoestima e independencia. Conoce algunos consejos sobre cómo crear un vínculo afectivo estrecho y poderoso en la rutina familiar.
1. Jugar juntos
Incluso cuando tienes más hijos y suelen jugar juntos, en algún momento quieren que sus padres estén en el juego. A los niños les gusta mostrarles a sus padres lo que han aprendido y disfrutan de tener su aprobación. Por lo tanto, cuando te inviten a jugar, recuerda que este será un momento importante para fortalecer la relación con tus hijos y ese momento no regresará.
2. Mantén el contacto físico y dale toda tu atención
Abrazar, dar cariño, dar besos, mirar a los ojos, abrazar, caminar de la mano. Cada contacto físico es importante para que los niños se sientan protegidos. Es una forma de fortalecer tus emociones, ya que es una manera más simple y directa, en la comprensión de los más pequeños, de decir que son amados.
En el caso de los adolescentes, a quienes no les gusta ser abrazados y besados, los padres pueden mantener este contacto con buenas conversaciones, mirándoles a los ojos y prestándoles total atención al asunto. Los hijos adolescentes, incluso cuando se rebelan, necesitan sentir que sus padres les prestan atención y quieren saber de sus intereses.
3. Cuenta historias familiares y muéstrales cosas de tu infancia
En lugar de dejar a tu hijo en la pantalla de la tablet durante varias horas, enséñale algunos juegos de cuando eras niño. Es bueno que paséis tiempo juntos hablando de historias familiares interesantes mientras miráis álbumes de fotos antiguos.
Después, cuenta historias sobre el propio niño, cuando naciste, cosas bonitas e interesantes que hiciste o que te sucedieron (solo las cosas positivas o importantes, nunca para avergonzarlo). Estos hábitos fortalecen el sentido de pertenencia: quién soy; de dónde vengo; yo soy parte de esa familia.
4. Comprende las fases de transición
Son varias las etapas o fases de transición que tienen lugar durante la niñez y la adolescencia. Los padres lo saben porque han pasado por todas estas. Sin embargo, a menudo se dejan llevar por la falta de paciencia o “tiempo” y actúan como si el niño se equivocara al presentar estos cambios.
Lo ideal es actuar con naturalidad al ver que tu hijo está cambiando sus gustos, se confunde con sus emociones e incluso cuando actúa de forma más agresiva. En lugar de pelear, siéntate con él y déjale claro que estás ahí para apoyarlo y ayudarlo a sentirse mejor, porque sabes por lo que está pasando.
5. No impedir las lágrimas
Llorar no es feo, no está mal y mucho menos está prohibido. Y eso vale tanto para niñas como para niños. El llanto es una forma de expresar emociones, tan natural como sonreír con alegría, fruncir el ceño con rabia o estirar la cara cuando una persona está asombrada o asustada.
Tu hijo necesita saber que puede llorar cuando quiera o necesite expresar tristeza, dolor o descontento. Claro está, debes estar allí para calmarlo y hacerle saber que su sentimiento está siendo comprendido. Como consecuencia, dejará de llorar, porque las ganas pasarán.