Un niño que crece pensando que es normal ser golpeado y agredido, dado que vive dicho ejemplo en casa, tiene un gran riesgo de convertirse en agresor o una persona sumisa cuando sea adulto. Al final de cuentas, la violencia doméstica era la realidad que conocía en la etapa de la vida en la que las referencias y los ejemplos son cruciales para la formación del carácter y la conducta.
Cuando se trata de violencia doméstica, no es tan solo una cuestión de ver al padre golpear a la madre. La violencia puede ocurrir entre padres e hijos y entre hermanos u otros parientes que viven en la misma casa. Puede ser física o verbal, incluyendo azotes frecuentes, insultos agresivos y castigos severos.
La investigadora Angelika Poulsen, de la Queensland University of Technology, Australia, realizó un estudio sobre el tema, el cual fue publicado en el portal australiano Kidspot. Conoce cuáles fueron las conclusiones que extrajeron del estudio.
Según Angelika, el acto de golpear a un niño tiene el mismo efecto que una situación de abuso: “El estrés y el miedo que provoca la agresión pueden provocar cambios en algunos neurotransmisiones. Es más probable que conduzca al abuso de alcohol, depresión y conductas antisociales y agresivas, que, a su vez, pueden ser antecedentes de la violencia practicada por la pareja”, explica.
Además, debido al machismo y el patriarcado que aún son las raíces de la sociedad en varias partes del mundo, las niñas que son golpeadas tienen más posibilidades de involucrarse en relaciones abusivas, mientras que los niños golpeados tienen más probabilidades de convertirse en agresores.
El ejemplo que tienen los niños en casa es la respuesta. A pesar de que no todos los niños que son golpeados se convertirán en adultos que continúen siendo golpeados o que se conviertan en agresores, el riesgo de que esto ocurra es alto.
Cuando el niño tiene una rutina en la que la violencia es frecuente, entiende que ese comportamiento es normal y aceptable cuando quiere expresar rabia, enojo, tristeza o frustración.
La investigadora concluyó diciendo que el castigo corporal y la violencia verbal deben prohibirse y considerarse inaceptables. Mientras exista este círculo vicioso de violencia, los niños violentados se convertirán en adultos violentos y transmitirán este comportamiento a sus hijos.
Los padres deben ser conscientes ahora de que no es necesario golpear o agredir verbalmente a sus hijos para que estos sean educados, obedientes y se porten bien y tengan una buena conducta.
“Necesitamos considerar seriamente estos estudios. Las actitudes y los comportamientos tienen más posibilidades de ser aprendidos y aceptados a temprana edad, y la prevención de la violencia contra los niños presenta una oportunidad para enseñarles a ellos y a los adultos que la violencia nunca es correcta”, concluyó la investigadora.
Es complicado revertir este concepto en la mente, ya que es justamente en la infancia cuando los conceptos aprendidos se arraigan en el cerebro. Mas, una persona adulta y consciente es capaz de reprogramar su cerebro para no volver a cometer ningún tipo de violencia, debido a sus terribles consecuencias.