Un hijo es siempre una alegría. Eso lo supieron Victoria y Adam desde el principio, cuando ella quedó embazada. Dejaron testimonio de su alegría en una hermosa foto profesional de ambos en la que Victoria lucía su ya grande barriga de embarazo.
Pero a Victoria y Adam se les ocurrió lo que a muchas parejas en la actualidad: poco tiempo después del nacimiento de su hijo, Bruce, descubrieron que no eran el uno para el otro. Se supone que la experiencia de compartir la crianza de un bebé les daría la oportunidad de estrechar lazos, consolidarse como familia.
Durante un buen tiempo, Victoria y Adam se esforzaron porque así fuera. Sin embargo, con el paso del tiempo, estando ya un poco más grande el pequeño Bruce, comenzaba a hacerse notorio para el niño la tensión y el desamor entre los padres.
Al hacerse conscientes de esto, la pareja tomó una sabia decisión: no querían exponer a Bruce a un ambiente así, de modo que decidieron separarse para garantizar la paz y el equilibrio del entorno para el niño. Pero la historia no se detiene allí.
En la búsqueda de una mejor salud afectiva para el pequeño, Victoria tuvo una idea: cada año, por su cumpleaños, invitar a su padre a tomarse juntos una foto familiar. Al principio tuvo miedo de pedírselo, pues creyó que la rechazaría, pero a Adam le movía el mismo amor y preocupación por Bruce, por lo que que aceptó la propuesta.
Ahora, en cada aniversario, padre, madre e hijo se reúnen a dejar memoria del lazo que los unió eternamente. Lo más importante: supieron resolver sus diferencias civilizadamente y con ello, le están dando a su pequeño la mejor lección de su vida.
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