Estimado Dios, gracias ya que no tengo nada que envidiar y mucho que agradecer
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Estimado Dios, gracias ya que no tengo nada que envidiar y mucho que agradecer

La envidia te hace sufrir y no te permite ver la realidad de las cosas

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La envidia es un sentimiento negativo muy dañino. Este puede perjudicar inmensamente a la persona que lo siente, ya que no le permite avanzar al estar comparando todo el tiempo su vida con la de los demás. Asimismo, esta puede ocasionar desdicha y sufrimiento, además de añadirle el hecho de que deja a uno ver su interior por estar atento a la vida de los otros. Por lo tanto, es mejor dejar este sentimiento al margen y estar satisfecho con lo que se tiene. Una bonita manera de mostrar tu reconocimiento a lo bueno que te pasa es hablando con el señor y diciéndole, por ejemplo, estimado Dios, gracias ya que no tengo nada que envidiar y mucho que agradecer.

Estimado Dios, gracias ya que no tengo nada que envidiar y mucho que agradecer por todo lo que me has dado

Si sacas la envidia de tu vida, probablemente vivirás mucho mejor y serás feliz tanto por dentro como por fuera. Ese espíritu es el que te ayudará a cosechar éxitos en tu camino y a lograr tus objetivos.

Piensa en qué es lo que sientes cuando miras lo que otras personas tienen o han conseguido. Si es felicidad, esto significa que eres alguien que tiene luz y que bendice lo bueno que le pasa a los demás. En cambio, si lo miras con recelo, los juzgas y los criticas, es señal de que eres envidioso, y que el bien de los otros te hace mal a ti dado que no sabes valorar el esfuerzo que han realizado.

Quizás tú no te sientas de esta manera, ni pienses esto de ti. Sin embargo, es así. La envidia es como una dolencia que consume el alma poco a poco hasta que llega a un punto de oscuridad donde no hay salida. Y esto es porque la envidia no te deja ver la realidad al enseñarte cosas que no son verdad solo para malmeter. Cambiar esta actitud e impedir que la envidia pueda con tu persona, ser feliz contigo mismo y disfrutar de la dicha de los demás está en ti.

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Para poder combatir este problema, acercarse al Señor es una buena opción. Orando y pidiéndole a Jesús que quite de tu mente y de tu corazón todos los malos pensamientos y sentimientos será de gran ayuda. Esto hará que un día le puedas decir: estimado Dios, gracias ya que no tengo nada que envidiar y mucho que agradecer.

Intenta conocerte

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Antes de mirar la vida de los demás y juzgarlos, preocúpate por conocerte a ti mismo. Recuerda siempre que el Señor no creo a un individuo mejor que el otro, a pesar de que cada persona sea diferente y tenga unas condiciones distintas. Esto quiere decir que, el hecho de tener más posibles no es sinónimo de que vaya a tener más herramientas para ser feliz.

A cada uno Dios le otorga unos talentos, cualidades, dones e inmensas herramientas para que consigan aprovechar al máximo el potencial que tienen. Pero si estás cegado por la envidia, nunca vas a poder ver las buenas cosas que tienes, ni disfrutar de las oportunidades que la vida te pone en frente.

Debes asumir que, en ocasiones, puede que veas a gente conseguir cosas que a ti te agradaría tener, y que encima lo logren sin casi ni siquiera esforzarse. Sin embargo, aún así, este no es motivo para que lo pases mal ni les tengas envidia. Cada individuo tiene un camino en la vida distinto y a cada persona le llegan las cosas cuando le tienen que llegar.

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Dicho esto, céntrate en abrir los ojos y ver todo lo bueno que Dios te ha dado, en ser más agradecido, en sacar la envidia de ti y en alejarte de personas tóxicas que te contaminen. Si haces esto, verás que el destino te traerá cosas muy buenas.

Para finalizar, puedes ver en el siguiente vídeo una oración para alejar la envidia y las malas personas.

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