Aline Parreira de Jesus fue al Hospital Municipal Antônio Martins da Costa en Goiás para dar a luz a sus gemelos llena de alegría y expectativas. Pero las cosas no salieron bien según lo planeado. Primero, no le dejaron que tuviese ningún acompañante durante el parto, lo cual está garantizado por la ley. Se trata de un acto de violencia obstétrica, impidiendo que las mujeres tengan apoyo emocional.
En seguida, durante el parto, se le administró anestesia mucho más fuerte de lo necesario, lo que provocó que se durmiese temprano. De esta manera, la madre no pudo seguir nada de lo que estaba sucediendo y, menos aún, ver la cara de sus bebés poco después de que nacieran. Escuchar su primer llanto tampoco fue posible.
Para colmo, al despertar en su habitación, solo tenía una cuna con uno de sus hijos. Ningún médico o enfermera podía explicar lo que realmente sucedió, lo que hizo que Aline se desesperase. Estaba segura de que eran dos bebés, porque se realizó 3 ultrasonografías en diferentes laboratorios donde se podían escuchar los pequeños corazones.
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