Dejar de tomar refresco es una de las primeras reglas para quienes están a régimen para adelgazar. El valor calórico de estas bebidas es ya bien conocido e incluso sus versiones sin azúcar son miradas de reojo cuando es tiempo de bajar de peso.
Sin embargo, su consumo es todavía muy frecuente entre adultos y niños y las consecuencias van más allá de un simple aumento en la báscula.
Efectos negativos de los refrescos para la salud
El aumento del peso y riesgo de obesidad son los efectos negativos más conocidos del consumo de estas bebidas azucaradas. Si conoces el efecto de una Coca-Cola sobre el organismo en menos de 2 horas, ya sabes los peligros ocultos de este líquido.
Hay razones más urgentes que la subida de peso para dejar de tomar refrescos. Su impacto va más allá de la estética, pudiendo aportar serios riesgos para la salud y bienestar del organismo.
Riesgo de diabetes tipo 2
En 2018, un estudio publicado en la revista científica Current Devolpments in Nutrition ha concluido que beber refresco aumenta significativamente el riesgo de diabetes del tipo 2.
Lo más sorprendente de este experimento es la pequeña diferencia en peligro entre refrigerantes azucarados y con edulcorantes. Esto ha llevado a los científicos a asegurar que el refresco puede ser un factor de riesgo en sí mismo, independientemente del azúcar.
Riesgo de infarto
Dos investigaciones separadas, una de 2009 y otra de 2012 han comprobado que el consumo de refrescos aumenta considerablemente el riesgo de problemas cardíacos, en particular de infartos, tanto en mujeres como en hombres.
Lo que es más, este incremento del riesgo es efectivo incluso cuando son tenidos en cuenta otros factores y malas costumbres de los pacientes.
Riesgo de gota
El consumo de refrescos adulzados o que contengan fructosa potencia significativamente el riesgo de gota tanto en damas como en varones.
Aunque este valor es reducido en las mujeres por la baja incidencia de esta enfermedad en el género femenino, el caso masculino es más preocupante y obvio.
Riesgo de obesidad
Son varios ya los estudios que comprueban la relación directa entre el consumo de refrescos y el aumento del riesgo de obesidad.
De acuerdo con un análisis de varios estudios sobre el tema en 2011, la principal razón puede estar en las calorías “vacías” de estas bebidas. Es decir, al no contener calorías nutritivas estas son convertidas de inmediato en reservas de grasa y no aportan saciedad.
Según un estudio de 2008, los refrescos dulcificados con edulcorantes bajos en calorías presentan los mismo riesgos que aquellos con azúcar. Esto ha llevado los científicos a especular si estas bebidas no serán más problemáticas ya que son publicitadas como mejores para la salud y por tanto más consumidas.
Envejecimiento celular
Según un estudio publicado en la revista American Public Health Association en 2014, el consumo regular de refrescos puede afectar el normal funcionamiento del metabolismo y provocar síndrome metabólico.
En el origen de este problema está el envejecimiento celular provocado por esta ingesta, ya que aumenta la velocidad de sustitución de las células agotando sus recursos más rápidamente.
Además de este efecto sobre el metabolismo, esta decadencia celular afecta también a la salud cardiovascular y a la belleza con el aparecimiento de arrugas y manchas más temprano.
¿Qué le sucede a tu cuerpo cuando dejas de tomarlo?
La consecuencia más notable será la reducción inmediata de todos los riesgos antes mencionados. Un solo día sin tomar refresco ya produce resultados, lo que ilustra el efecto de esta bebida.
Sin embargo, dejar de tomar refresco es como intentar dejar una droga y su eliminación de la alimentación conlleva algunos síntomas y señales inmediatas.
Síntomas de abstinencia
El cuerpo está acostumbrado a sus dosis diarias de azúcar y cafeína como combustible para generar energía. Eliminarlas hará con que éste tenga que adaptarse a una nueva realidad y necesite optimizar otros procesos energéticos.
Por esta razón, en el inicio es probable que sientas síntomas de abstinencia como ansiedad, cansancio, dolores de cabeza, apatía, alteraciones en el apetito y dolores en las articulaciones.
Este período puede durar solo unos días o un más de un mes dependiendo de las cantidades y frecuencia con la que solías beber refrescos.
Pérdida de peso
La reducción abrupta del consumo de calorías vacía irá resultar en una pérdida de peso natural. Es posible que este efecto no se note en la báscula en una fase inicial, pero lo sentirás en la ropa a medida que pierdes centímetros de cintura.
Ten en cuenta que el gas de los refrescos también provoca gases e hinchazón. Al eliminar estas bebidas, lo primero que notarás es un vientre más plano y una sensación de ligereza.
Cambios en el apetito
Dejar de tomar refresco resulta en una pérdida de peso también por la forma como afecta el apetito.
Según un estudio de 2014, los refrescos con edulcorantes afectan la percepción de saciedad y hambre lo que estimula una mayor ingesta de calorías. Por tanto, no solo tendrás menos ganas de comer, sino que éstas se convertirán en deseos por comida más sana y menos calórica.
Más energía
Pasados los síntomas de abstinencia, notarás que tienes más energía. La cafeína y azucares en los refrescos provocan picos altos y bajos de energía, lo que sobrecarga los nervios y provoca cansancio.
Sin embargo, cuando eliminas su consumo el cuerpo vuelve a generar energía naturalmente usando sus reservas de grasa y nutrientes para proveer un flujo constante de ésta.
Cómo dejar de tomar refresco
Lo ideal sería cortar totalmente su consumo desde inicio, pero dependiendo de las cantidades que sueles beber esto puede ser difícil. En especial si sufres de síntomas de abstinencia.
En el caso de que tengas que hacer esta eliminación progresivamente, hay algunos trucos que te pueden ayudar.
Bebe más agua: antes de cortar con los refrescos, aumenta el consumo de agua. Poco a poco empieza a sustituir los vasos de refrescos por los de agua hasta suprimir estas bebidas azucaradas.
Porciones más pequeñas: empieza a reducir poco a poco las porciones de refresco que tomas al día. Por ejemplo, si sueles beber una botella de 2 litros de Coca-Cola en una mañana, empieza a comprar botellas de 1.5L y luego de 1L y así progresivamente.
Come a horas: intenta comer siempre a las mismas horas y comidas completas y nutritivas. Así el cuerpo no sentirá que se queda sin energía tanta veces y no tendrás que compensar el cansancio con azúcar o cafeína.
Come sano: si ya comes sano este truco no surtirá efecto. El objetivo es cambiar tu alimentación para que no asocies determinadas comidas a los refrescos y así controles mejor tus deseos.
Por ejemplo, un vaso de Coca-Cola suena más atractivo con una pizza que un vaso de agua. Pero si cambias la pizza por una ensalada esa asociación ya no existirá.
Alternativas saludables
El agua es obviamente la alternativa más sana a los refrescos. No obstante, si necesitas algún sabor para tener satisfacción, puedes recurrir otras opciones de bebidas refrescantes, como tés, fríos o calientes, tisanas o agua infusionada de pepino o frutas, por ejemplo.
Cualquier de estas alternativas es buena desde que no contengan edulcorantes u otros ingredientes agregados.
Puedes conocer otras opciones y trucos para dejar de tomar refresco en el video a continuación.