Cuando los hijos se van
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“Cuando los hijos se van”: Una bonita reflexión para los padres

Es inevitable que llegue un día en el que los hijos decidan independizarse para hacer sus vidas

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El nacimiento de un niño es un momento lleno de alegría. Igualmente, verlo crecer. Compartir con él sus primeros pasos, sus primeros dientes, palabras y el resto de etapas de la vida. No hay nada más gratificante para unos progenitores que ver a sus hijos felices consiguiendo sus logros mientras se convierten en buenas personas con unos extraordinarios valores. No obstante, es ley de vida que un día abandonen el nido familiar. “Cuando los hijos se van” es una hermosa reflexión para todos los padres cuando sus hijos se independizan.

“Cuando los hijos se van”: Una linda reflexión para sus progenitores

Da igual si los hijos tienen 10, 25 o 35, los padres siempre van a tener el instinto de protección y van a estar preocupados por ellos en todo momento. Dicha inquietud se ve incrementada en el momento en el que sus descendientes deciden dejar la casa de sus padres y volar solos.

Para estos, existe una hermosa reflexión de la cual se desconoce el autor que se llama. Léela, a continuación.

Cuando los hijos se van,
se queda el nido vacío…
Y nos dejan los recuerdos
de los momentos vividos.
Cuando los hijos se van,
se van como los tuvimos,
como el regalo de Dios
que iluminó el camino.
Como flechas disparadas
que dan en el blanco mismo, cultivados en el hogar
como una planta de olivo.
Cuando los hijos se van a cumplir con su destino
buscamos en todo lugar…sus travesuras, sus gritos… Allí crecieron en la fe
que con fe les infundimos. Cuando los hijos se van,
nos quedamos sorprendidos
ojeando aquel álbum viejo
ver que no somos los mismos, que el tiempo pasó veloz
como el fluir de los ríos;
como el brillar de las estrellas
en negras noches de estío.
Se sienten lágrimas tibias
entre suspiro y suspiro…
Que cumplimos la tarea:
¡Darle educación a nuestros hijos!
Cuando los hijos se van,
se queda un rosal marchito
que solo vuelve a brotar
con los hijos de los hijos…
¡Esos alborotadores
que nos movieron el piso!
Con solo verlos venir
sin pedir nuestro permiso.
Galopando en nueva historia
al cerrar nuestro capítulo…
Cuando los hijos se van
se queda el nido vacío…
Y nos dejan los recuerdos
De los momentos vividos.

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Moraleja de esta hermosa reflexión

En el momento en el que los hijos recogen sus cosas y dejan la casa de sus padres, en el interior de los progenitores queda una sensación de vacío inmensa. Ellos saben que sus hijos tienen derecho a hacer sus vidas, al igual que ellos lo hicieron. No obstante, es inevitable que tengan ese sentimiento.

Al irse, los descendientes se están llevan en su mochila las raíces y las alas que durante años sus padres les han transmitido. Estos valores son los que les ayudarán en los momentos difíciles a superar las piedras que se encontrarán en el camino.

El instinto de protección de padres hace que, inconscientemente, estos deseen tener siempre a sus hijos al lado. Sin embargo, ellos tienen que hacer sus vidas y hallar su propio sitio en el mundo, cometer errores, aprender, levantarse y seguir adelante. Todo y que los padres le dan la vida a sus hijos, nunca se pueden olvida que estos no son de su propiedad y que en un determinado momento deberán volar solos.

Puede que al principio cueste soltar a los hijos. Pero, a pesar de ello, con el tiempo, cuando veáis que estos han logrado sus metas, han creado su propia familia, son autónomos, se saben defender solos y siguen manteniendo los valores que les inculcasteis, te sentirás realmente orgulloso del papel que hicisteis como padres.

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Para acabar, en el próximo vídeo puedes conocer unos consejos para aprender cómo afrontar el síndrome del nido vacío.

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