Es dentro de casa donde los niños aprenden a cómo actuar fuera del hogar. La convivencia con los padres es el principal ejemplo de cómo deberían vivir con los demás. La acogida que reciben en casa es la que ofrecerán en sus relaciones sociales, profesionales y afectivas a lo largo de la vida.
Ofrecer un ambiente agradable y convivencia a tus hijos en casa es más que un compromiso con el buen carácter de ellos. Es para satisfacer las necesidades emocionales que naturalmente tienen y que les aportará mucho para que crezcan con inteligencia emocional.
1. Ver que los padres se respetan y saben resolver los conflictos
Los conflictos ocurren incluso entre personas que se llevan muy bien y se respetan. La diferencia entre un ambiente familiar desagradable y un ambiente ligero, fluido y feliz es saber resolver estos conflictos sin agresiones, ya sean físicas o verbales.
Cualquier persona, y especialmente cualquier niño, se siente desprotegido, frágil e infeliz en un hogar con padres que se pelean, gritan, rompen, golpean y se faltan al respeto.
Si creciste en un entorno así, sabes muy bien cómo es. Por lo tanto, nunca repitas esto en tu lar, haciendo que tus hijos se sientan como tú te sentiste.
Los conflictos deben ser medidos con madurez, sentados y conversando, escuchando a ambas partes. Para todo hay una manera y es hablando que la gente se entiende y se resuelven las cosas. Es en este entorno donde tus hijos merecen crecer.
2. Sentirse respetado por lo que es
Por mucho que los padres tengan sueños y expectativas sobre sus hijos, necesitan entender que todos nacen con una personalidad, con sus propios deseos y con características únicas. Tu hijo quiere ser respetado tal como es, incluso si no coincide con lo que a ti le gustaría que fuese.
Además, tu hijo espera tener la libertad de experimentar la vida, de descubrir quién es en este mundo. Incluso si tu intención es protegerlo de los peligros, no hay forma de protegerlo para siempre. Necesitas crear un entorno seguro para darle a tu hijo la máxima libertad.
Recuerda que una vez fuiste un niño curioso, que no sabía las cosas más simples y quería descubrir lo nuevo. Los ojos de los niños brillan y piden ver lo que nunca han visto. Son “frescos” para aprender de todo, incluidos los errores. Dale libertad, con seguridad.
3. Recibir apoyo y protección
Los niños ven a sus padres como sus héroes, protectores, las personas más increíbles del mundo. Sé esa persona para tu hijo. Protégelo, pero sin impedir que tenga experiencias. Déjalo ir, pero permanece cerca para cuando se sienta inseguro y quiera un abrazo o palabras de ánimo y apoyo.
Saber que tiene un refugio seguro al que regresar es esencial para poder aprender a lidiar con las adversidades y seguir adelante con más fuerza. Saber que tienes a alguien con quien hablar cuando tienes dudas o te has equivocado, es muy importante para desarrollar la madurez emocional y afrontar con valentía todas las situaciones de la vida.
4. Recibir amor y atención
Antes de tener amigos y relaciones afectivas, los niños usan a sus padres como ejemplo de cómo relacionarse ofreciendo amor y atención. Es en casa donde esperan aprender a amar, respetar, prestar atención a las necesidades de los demás y adaptarse al camino de las personas con las que conviven.
Es más, ellos no esperan exactamente eso, ya que son raciocinios más complejos. Pero saben que quieren sentirse amados, acogidos, abrazados, besados y valorados.
Los hijos están constantemente esperando la aprobación de sus padres, queriendo su atención. Recibir esto es esencial para fortalecer la autoestima, el coraje y la resiliencia.