Solo quien ha inmigrado a otro país y ha tenido que dejar a su familia en su país de origen, saben cuál es el sentimiento. Incluso con la ajetreada vida detrás de la vivienda, el trabajo y la documentación, surgen momentos de soledad y tristeza, que pueden llevar a intentar tirar la toalla y regresar.
Pero, algunos tienen la suerte de encontrar buenas personas que les pueden ayudar. En el caso de Haitian Jack, que lleva viviendo en Brasil durante 9 meses, le han pasado muchas cosas buenas.
Durante los primeros meses, Jack vendió agua en la calle y le costaba encontrar trabajo debido al idioma. Pero no se rindió y continuó haciendo entrevistas.
Cuando llegó para hacer una entrevista en una lavandería, en la ciudad de Brusque / SC, el propietario Juninho Coken decidió darle una oportunidad al inmigrante.
“Realmente fue muy complicado al principio para él para comunicarse, entender lo que queríamos que hiciera. Hasta el día de hoy, alguien viene a conversar con él y me llama porque me entiende”, dice Juninho.
La adaptación es parte del proceso, y la fuerza de voluntad para aprender ayuda mucho. Sabiendo esto, y viendo las ganas de evolucionar en las actitudes del empleado, Juninho no se arrepintió de darle esa oportunidad, a pesar de las dificultades.
Jack siempre dejó claro que con su salario juntaría lo máximo posible para traer a su esposa e hijo a Brasil. Ese era su objetivo. Pero, está claro, que eso le llevaría algún tiempo, ya que los tickets de avión no son baratos. Sin embargo, Jack se mantuvo firme en su objetivo por otros 2 años.
“Cuando dijo que había ahorrado una cierta cantidad de dinero y que le faltaba una cierta cantidad, pensé ‘juntemos a los empleados y veamos lo que cada uno puede poner’. Hubo personas que dieron 10 reales, 20 reales, 50 reales, 100 reales. Lo unimos, dio un valor de “x” y lo que faltaba mi familia lo completó”.
Finalmente, después de mucha paciencia, esfuerzo y ayuda de sus seres queridos, Jack obtuvo el dinero para traer a su esposa e hijo a Brasil y, finalmente, poder vivir juntos de nuevo.
El jefe, Juninho, que también está casado y tiene un hijo pequeño, estaba muy feliz de poder contribuir a este momento notable en la vida de Jack, ya que se puso en su lugar.
“Por supuesto que me puse mucho en su lugar. Tengo un hijo de 1 año y medio. Seguí tratando de imaginar cómo el chico logró mantenerse alejado de su esposa e hijo durante tanto tiempo. Desde que entró, siempre mostraba la foto del hijo y de la mujer. Dijo que su sueño era traer a su familia a Brasil“.
Jack aún no habla portugués de manera fluida, pero sabía lo suficiente como para expresar su gratitud:
“Muy feliz, gracias a Dios. Muchas gracias a la familia Tom da Cor por ayudarme. Es imposible explicarlo [el sentimiento de reencontrarse con la familia]”.
El momento del reencuentro merecía la pena grabarlo. Juninho estaba junto con su empleado para filmarlo. Este destacó que todo el esfuerzo fue de Jack y que la compañía solo ayudó a anticipar el reencuentro.
“Quien realmente trajo a su familia aquí fue él mismo. Ganando el salario que gana y conseguir en prácticamente 2 años y medio ahorrar una buena suma para traer a la familia aquí, es digno de aplaudir. Acabamos de anticipar algo que él conquistaría solo”.
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