Bebé que nace con los órganos fuera de su cuerpo logra sobrevivir

Historias como esta nos hacen el día

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Se llama Kieran Veitz y ella es un milagro viviente. Esta niña nació con una enfermedad llamada ectopia cordis, la cual consiste en una malformación congénita en la que el corazón se desarrolla fuera de la caja torácica por defectos del esternón, el diafragma o el pericardio parietal. La enfermedad es tan rara que solo se da en un promedio de 5 a 8 niños por cada millón.

En el caso de Kieran, no solo fue el corazón el que creció fuera de su lugar, sino que también el hígado y el intestino. El pronóstico no podía ser bueno. Se esperaba que, en cualquier momento, Kieran no lograra superar el problema y muriera antes de cumplir los dos años.

Hoy, sin embargo, Kieran está a punto de alcanzar ya los tres años de edad. ¿Cómo ha sido esto posible?

El proceso de Kieran

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No se trató de un nacimiento sorpresa, digamos. El problema fue descubierto desde la semana 20 de embarazo, cuando la madre de Kieran, Caitlin, se hizo un ultrasonido para evaluar el desarrollo del bebé como parte de los cuidados rutinarios.

Fue inmensa la sorpresa de Caitlin y Brian Veitz, el padre de la criatura, cuando supieron que algo estaba mal. Así que, sin tiempo que perder, buscaron el apoyo médico necesario en el Hospital de Fargo, en Dakota del Norte, Estados Unidos.

De allí, era necesario trasladarse a Rochester, Minnesota, para poder ser atendidos en el proceso hasta el parto y, finalmente, programar la cirugía. Gracias a los avances de la tecnología actual, los médicos pudieron hacer una impresión en 3D del feto, de manera que pudieran estudiar con antelación cómo hacer la intervención quirúrgica.

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Finalmente, segundos después de su nacimiento, Kieran fue intervenida con una cirugía para poner todos los órganos en su lugar. Luego, recibió cuidados médicos intensivos por un lapso de 4 meses, solo para luego volver a casa y sufrir un largo período de visitas constantes al médico, tratamientos costosos y dificilísimos y muchas noches de desvelo. Kieran, de hecho, tenía hasta el año pasado un tubo de respiración.

Los costos del proceso llegaron a alcanzar los 3 millones de dólares, que afortunadamente vieron cubiertos a través del seguro.

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A lo largo del último año la vida de la pareja se ha ido normalizando, lo cual no implica que todo esté resuelto.  Aunque Kieran está fuera de peligro ya, contra todos los pronósticos, es cierto que aún la niña tiene que alimentarse a través de una sonda, lo que resulta del daño colateral producido por el largo período en que usó el tubo para respirar.

Kieran, a pesar de esto, progresa a pasos agigantados por todo el apoyo que recibe a su alrededor, tanto de la familia como de los especialistas en terapia ocupacional que la atienden. Se espera que en los próximos meses pueda comer por sí sola y que muy pronto pueda incorporarse a las actividades escolares propias de su edad.

La niña seguirá en observación cada seis meses, ya que no se descarta la necesidad de una segunda cirugía, pero las esperanzas se han ido convirtiendo en realidades.

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Si quiere saber más sobre este caso, consulte el siguiente vídeo (y no olvide activar los subtítulos en español):

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