A pesar de lo que muchos creen, la violencia de género sigue viva en el mundo occidental y falta mucho para superarla definitivamente, aun cuando tiene sus manifestaciones más abiertas en las sociedades conversadoras de otras latitudes del planeta.
La creencia de que este problema está bajo control puede deberse, entre otros factores, al hecho de que la violencia física se ha invisibilizado en el entorno. También puede tener que ver con la concurrencia laboral de las mujeres en la sociedad actual, que da la sensación de que hemos llegado a un mundo de iguales.
No podemos dejar de nombrar las leyes que se han institucionalizado en muchos países occidentales para proteger a la mujer, llamadas leyes contra la violencia de género. De hecho, tan tomado tanta fuerza que algunos protestan que éstas no incluyan la protección del hombre que, eventualmente, puede resultar víctima de la violencia de la mujer.
La verdad es que los expertos señalan que la violencia de género es un término muy específico y que sólo alude a las mujeres. Esto subraya el hecho de que sí requiere una legislación especial, pues alude estrictamente a la violencia que se ejerce sobre las mujeres por el hecho de ser mujeres.
Este tipo de violencia apela al supuesto “derecho natural” del hombre, así como a la “tradición” (el orden de las cosas) y el dominio del hombre sobre lo que hace en su “castillo” privado, lo que es posible por la posición social privilegiada del hombre, que le da ventaja económica y de poder físico/político sobre la mujer. ¿O no es cierto acaso que las mujeres al casarse aún son “de… su marido” y no al contrario?
Aunque es de reconocer que la violencia de la mujer hacia el hombre existe, no se basa en el hecho de que el hombre sea hombre, sino en otras variables, y en ese caso, existen leyes que lo protegen, como el código civil. Otra cosa es que el hombre prefiera no denunciar la violencia de la que el víctima porque su machismo o el del ambiente no le permite hacerlo.
Escenas como las que veremos en el vídeo a continuación nos hace ver cómo la violencia contra la mujer sigue estando legitimada y cuenta con la complicidad de la sociedad, que aun ve este tipo de violencia como “natural” o “permisible” dentro del ámbito de la pareja.
Se trata de un experimento social que se hizo en un parque, en el que un hombre agrede a una mujer, supuestamente su pareja. Mire las reacciones de las personas y juzgue por su propio criterio:
Entonces, ¿existe o no existe una legitimación de la violencia de género en las sociedades occidentales?