Nada peor que ver a un niño con dolor y no descubrir cuál es el motivo. Por desgracia, este es uno de los síntomas de la artritis reumatoide juvenil, y es un largo viaje para descubrir de qué se trata.
Eso es exactamente lo que le pasó a la pequeña Ana Luiza Frelik, conoce su historia. Un día, Ana, con a penas dos añitos, se despertó llorando de dolor. Ella podía conseguía sentir sus piernas y se quejaba mucho. Sus padres la llevaron al médico, pero nadie pudo encontrar la causa del problema, incluso pensaron que era cáncer o incluso el síndrome de Guillain-Barré.
Además de los dolores, la niña tenía fiebre alta y manchas rojas por todo el cuerpo. Además de eso, sus tobillos, muñecas y rodillas estaban muy hinchados. El dolor era tan fuerte que ni siquiera podía conseguir una cuchara para comer sola. Su único deseo era estar acostada, sin moverse, hasta que encontraran un médico que le diagnosticó artritis reumatoide juvenil.
Fue un largo proceso, con cambios y problemas como el Sistema Único de Salud para obtener los medicamentos, extremadamente caro. En la actualidad está mejor, sin síntomas tan severos, desarrollándose y sonriendo de nuevo. Cada 3 meses, ella va en barco a Manaus, para que el reumatólogo infantil local pueda verla y hacerle el seguimiento.
Síntomas de artritis reumatoide juvenil
También conocida como artritis idiopática juvenil, esta es definida por la Sociedad Brasileña de Reumatología (SBR) como “una enfermedad inflamatoria crónica que afecta las articulaciones y otros órganos, como la piel, los ojos y el corazón”. Esta enfermedad aún no se reconoce en Brasil, pero afecta a aproximadamente 0.1 de cada 1.000 niños, tanto en América del Norte como en Europa.
Sus principales síntomas son:
- Dolor: la mayoría de los casos se acompañan de dolor, pero también pueden no tener el síntoma o ser realmente débiles;
- Hinchazón: el aumento del volumen en las zonas de las articulaciones es uno de los principales síntomas;
- Aumento de temperatura: el calentamiento del lugar donde hay hinchazón está presente en la mayoría de los casos;
- Rigidez: al despertar, es muy difícil mover las articulaciones, como el codo, la rodilla y la muñeca, lo que causa dolor e incomodidad;
- Manchas rojas: cuando la inflamación ya no es local, pueden aparecer manchas en el cuerpo.
Tipos
Son 3 tipos de artritis idiopática juvenil, la “pauciarticular (u oligoarticular), la poliarticular y la sistémica”. Cada uno tiene sus particularidades, siendo descritas, a seguir, basadas en el SBR.
Pauciarticular
Este tipo específico puede comprometer hasta 4 articulaciones en el cuerpo del niño o joven, principalmente rodillas y tobillos. Además de eso, es fundamental hacer un seguimiento con un oftalmólogo, para evitar la inflamación en la úvea.
Poliarticular
Más complejo y doloroso que el anterior, este tipo de artritis causa inflamación en más de 5 articulaciones. Buenos ejemplos son “las rodillas, los tobillos, las muñecas, los codos y las pequeñas articulaciones de las manos y los pies”. También puede causar fiebre, siendo complejo el tratamiento.
Sistémica
El tipo sistémica es la más grave y puede causar complicaciones mayores. Eso es porque la inflamación ya se ha generalizado y está causando mayores daños. Esta puede presentar “fiebre alta en uno o dos picos diarios (39º C), erupción cutánea (erupción cutánea), ganglios, serositis (inflamación de la pleura y el pericardio) y agrandamiento del hígado y el bazo en el examen clínico”.
Causas
Infelizmente, aún no se sabe exactamente qué causa la enfermedad, pero algunos factores se señalan como relevantes. Entre ellos se encuentran los de carácter “inmunológico, genético e infeccioso”.
Incluso el estrés u otras alteraciones emocionales pueden desencadenar la enfermedad, cuando ya existe una predisposición genética. El trauma físico que afecta las articulaciones también puede ser un factor condicionante.
De todos modos, la SBR desea recordar que esta “no es una enfermedad infecciosa y los pacientes pueden (y deberían) asistir normalmente a guarderías, escuelas, clubes y piscinas”.
Tratamientos
Es un tratamiento largo, el cual requiere persistencia, pero tiene resultados. Este implica el uso de medicamentos proporcionados por el Sistema Único de Salud, fisioterapia especializada y, en algunos casos, acompañamiento por parte de un profesional en el ramo de la psicología.
Algunos medicamentos utilizados son medicamentos antiinflamatorios no hormonales como la aspirina, el naproxeno y el ibuprofeno, además de hidroxicloroquina (o difosfato de cloroquina), ciclofosfamida, corticosteroides, sulfasalazina y metotrexato.
El tratamiento debe continuar y puede llegar hasta la adolescencia para evitar más crisis y deformaciones en el cuerpo del niño. La interrupción o abandono del tratamiento “puede tener consecuencias graves e irreversibles, como empeoramiento de la inflamación, deformidades articulares irreversibles, destrucción del cartílago y empeoramiento de la capacidad física”.