Se suponía que era una cosa simple, solo quitar un yeso, pero se convirtió en una pesadilla. A una anciana de 93 años, el técnico de inmovilización que le estaba quitando el yeso le cortó el antebrazo de una punta a otra. Un caso que va más allá de la imprudencia, siendo la pura falta de respeto por el otro y la humanidad.
Comprende el caso
Alda Waltz Lisboa, una mujer de 93 años, tuvo que usar el yeso en su antebrazo por un tiempo. Cuando finalmente pudo deshacerse de esta molestia, tuvo una de las peores experiencias de su vida.
En primer lugar, es bueno entender que hay muchos hospitales públicos con personas dedicadas, conscientes y atentas. No obstante, por desgracia, no fue lo que sucedió en el hospital municipal Rocha Faria, en Campo Grande, Brasil. Doña Alda fue atendida por alguien sin experiencia ni cuidado.
Cómo ocurrió
El técnico de inmovilización, conocido solo como Marcelo, fue a ver a Dona Alda, retirándole el yeso del brazo. Sin embargo, parece que el tiempo o la paciencia escaseaban en ese día. Él comenzó a quitar el yeso y, justo al principio, ella se quejó de dolor y comenzó a llorar. Ignorando sus quejas, continuó cortando.
Para que lo entiendas mejor, las tijeras para quitar el yeso pueden tener algunos modelos. Entre ellas hay una sin punta, que separa la piel del yeso para cortar. Excepto que, en las pieles más flácidas, el instrumento tira un poco de la piel hacia arriba. Y eso es probablemente lo que le ocurrió a la anciana.
En lugar de sostener la piel y tener cuidado de retirar el yeso, este simplemente lo cortó y listo. Todo fue muy rápido, sin cuidado ni atención. Tanto es así que ignoró por completo el llanto de la anciana, que le advirtió del dolor. Por otro lado, dijo que no podía estar lastimándola, porque las tijeras no tenían punta, terminando el trabajo de todos modos.
Shock
Además de doña Alda, su sobrina estaba presente en ese momento y todavía está en estado de shock. No solo por ver lo que pasó, sino también por sentirse culpable por todo. Ella dijo que todo fue demasiado rápido y trató de mantener la calma, para tranquilizar a su tía. Su gran temor era que ella podría tener un problema con su corazón debido a todo lo que estaba ocurriendo.
Y no a penas la anciana y su sobrina se quedaron mal. Tan pronto como vieron cómo se veía el brazo de doña Alda, los propios funcionaros se quedaron asombrados. La enfermera a la que llamaron para ayudar con la “lesión” inmediatamente la remitió a darle puntos. El médico que realizó el procedimiento recomendó encarecidamente que acudieran al defensor del pueblo del hospital.
Cómo quedó
Ahora Dona Alda está bien, pero nada borra los momentos en que vivió, el dolor, la negligencia y la cicatriz de 18 puntos en su brazo. El hospital está enviando un equipo médico todos los días para que se prepare el vendaje en casa y hable con la familia, pero eso no es suficiente. Estos ya han ido a la delegación de policía para presentar una queja, además de exigir respuestas del hospital.
Otro caso más de falta de atención, diligencia y humanidad en los servicios de salud pública, que empaña el nombre de quienes se esfuerzan por hacer un buen trabajo. Ahora queda esperar que la persona responsable de esto tenga la pena merecida y, sobre todo, que Dona Alda y su familia puedan superar estos momentos de sufrimiento.