En los tiempos actuales, el cinismo y la falta de fe han llenado muchos espacios en nuestros discursos sociales. La verdad, comenzando por los medios de comunicación, se nos ha enseñado mucho a protegernos del amor, a no darlo todo, a tener nuestras reservas.
Vemos el amor como un caso extraño, ¡y ni qué decir del matrimonio! La representación del matrimonio en los medios ha creado una matriz de opinión muy extrema, en la que le matrimonio luce como una condena autoimpuesta, en la que las personas voluntariamente se someten al cautiverio. ¿Pero es realmente eso el matrimonio?
El caso de Clarence Purvis y su esposa Carolyn son de esas historias que nos demuestran que el amor eterno sí existe, y que si las personas hacemos la elección correcta, podremos vivir la plenitud de hacernos acompañar por la persona amada.
Ellos se conocieron en el año 1948. Muy jóvenes se casaron y tuvieron 3 hijos, quienes les dieron, además, 6 nietos. Según cuenta Clarence, el viudo, ellos estuvieron siempre juntos, y se amaban mucho. Clarence insiste en que “Nadie se ha amado como nos amábamos nosotros”.
Además, nos cuenta que todo lo hacían juntos: almorzar, regresar a casa, mirar televisión, acostarse… eran algunas de las actividades que a diario, alimentaban este amor. Es decir, cosas sencillas, cotidianas, vividas desde el goce del amor, vividas como una oportunidad.
Lamentablemente, Carolyn murió en el año 2013. Desde entonces, Clarence asiste con frecuencia al restaurante favorito de ella, agarra su foto y la pone sobre la mesa para que le haga compañía.
¿Lo ha vivido usted? ¿Cree que el amor eterno existe?
Antes de responder, vea el testimonio en este vídeo:
