La vida en pareja es todo un reto. Lamentablemente, no existen escuelas que nos enseñen a la convivencia en pareja. En un mundo en el que la familia está tan lastimada, es difícil que las cosas funcionen idealmente.
Pero afortunadamente, hoy en día existe mucha literatura sobre las relaciones interpersonales y podemos acceder a esta, no solo a través de las producciones editoriales, sino también a través de las redes, en donde se difunden muchísimos artículos de profesionales y expertos.
El matrimonio es una institución social que requiere compromiso de nuestra parte. No basta solo con cumplir los mínimos, como la fidelidad conyugal. Se trata de mucho más que eso: se trata de estar comprometido a establecer puentes de comunicación con el otro que permitan el crecimiento mutuo.
En un mundo donde abundan los divorcios, es hora de comenzar a preguntarse qué actitudes facilitan estas rupturas, y si está en nuestras manos hacer algo por prevenirlas.
Aunque las mujeres suelen ser más atentas y abiertas al cuidado de las relaciones de pareja, no son menos responsables de los problemas que pueda haber que los hombres. Existe, de hecho, un conjunto de actitudes que pueden estar afectando el matrimonio. Vamos a identificar cuáles son y de qué modo podemos mejorarlas.
Ser constantemente negativa
Muchas mujeres pasan el día quejándose de todo. Por ejemplo, de su propia apariencia, de los vecinos, de los compañeros de trabajo, de los problemas de la casa… en fin. Cuando esto se vuelve un hábito dominante, los problemas crecen, ya que los hombres comienzan a sentirse agobiados.
No está mal que te quejes de las cosas que son importantes y necesarias, pero nuestro consejo es simplemente que no hagas de esto un hábito y actitud constante, y que no des por sentadas las cosas buenas. Aprende también a ser más positiva, valorar lo bueno del entorno así como a ser más práctica.
Negar el contacto físico
Puede que los hombres no sean muy expresivos verbalmente, pero quizá por la misma razón, ellos necesitan contacto físico. No uses el sexo como un instrumento de control y manipulación. El sexo es un puente entre ambos. No tienes que obligarte a hacer lo que no quieres, pero ¿realmente no quieres o estás le estás pasando factura a tu marido? Si es así, eso no es sano.
Trata de ser comunicativa con tu pareja sobre tus necesidades y ábrete también a reconocer las de él. Seguramente hallarán una forma de revivir la intimidad.
Despilfarrar el presupuesto familiar
Hay mujeres que presionan demasiado a sus esposos para darse un nivel de vida que, en realidad, no se pueden pagar, y hacen gastos superfluos e innecesarios. A estas mujeres hay que decirles que esto le genera a los caballeros demasiada presión, y puede ser un factor de separación. Él se puede sentir solo y humillado, pues quizá se trate de una situación que no puede resolver, al menos no inmediatamente.
Dale un poco de aire. Si lo quieres y deseas proteger tu matrimonio, apóyalo y no le exijas corresponder a un ideal que está fuera de sus horizontes. Pero además, agradece todo lo que hace, todo lo que aporta, todo lo que da. Él comenzará a sentirse más valorado y eso redundará en el bien común.
Hacer de tu esposo el último en la lista de prioridades
Aunque no lo crean, muchas mujeres hacen esto. Y a veces tienen argumentos que ellas consideran imbatibles, como los hijos. Si los hijos, el trabajo o los amigos son las únicas personas que atiendes, o que atiendes con buena disposición, algo está pasando contigo, y estás transmitiendo un mensaje muy negativo a tu marido, que rápidamente se sentirá el último de la fila.
Aunque seas madre, profesional o ambas cosas, debes cuidar tu espacio con él como esposa. La familia y el trabajo no pueden ser una excusa para dejar de ser pareja, equipo, amigos. Dedícale tiempo.
No hablar claro
Hay que reconocer que no nos educaron para manifestar verbalmente nuestras necesidades, aunque sí nos han permitido culturalmente el hecho de llorar y mostrar afectación sentimental por los problemas. Pero aunque esos son signo de que algo pasa, no aclaran qué pasa exactamente.
Las mujeres necesitamos aprender a ser claras y francas con nuestras necesidades, y expresarlas de manera que los hombres, tan ajenos a nuestro universo, puedan comprender sin ambigüedad.
No más juegos sinuosos, ni indirectas, ni expresiones como “si realmente me conocieras sabrías lo que me pasa”. Dile, sin ironías y sin rabia, lo que quieres, de manera directa y franca. Ellos lo agradecerán.
En el siguiente vídeo usted podrá aprender más tips: